jueves, 7 de agosto de 2008

Una persona te ha dejado un mensaje de voz. Llama al 905..."

RAMÓN MUÑOZ - Madrid
"Tienes un mensaje de voz, una persona quiere contactar contigo y te ha dejado un mensaje de voz, para escucharlo llama ahora al 905545002". Decenas de miles de SMS como éste han llegado desde el pasado mes de julio a otros tantos miles de móviles. Se trata del último grito en estafa telefónica. Es sencillo técnicamente, no llama la atención (lo estafado no supera casi nunca los 2,2 euros) y, por la escasa cuantía y la vergüenza del timado a confesar su torpeza, apenas hay denuncias.
El mensaje, como casi siempre en este tipo de timos, tiene connotaciones eróticas y estructura de cadena. Cuando se llama al teléfono indicado, una voz femenina afirma que se trata del servicio de buzón de voz de Jorge Augusto Muñiz, dando apariencia de legalidad, puesto que la normativa obliga a identificar el nombre de la empresa en este tipo de números. Acto seguido otra voz femenina, con tono sugerente, dice: "Hola, te envío este mensaje porque...". Y, tras un intenso pitido, vuelve a hablar la locutora inicial: "Si quiere terminar de oír este mensaje llame al 905545022". Si el confiado consumidor, llevado por la emoción, llama al segundo número, se le indica que deje un mensaje para que quien le ha llamado se ponga en contacto con él.
Este SMS se ha convertido en la estrella del spam (mensajes basura) móvil del verano. Si el destinatario pica y llama al 905, se le cargan por cada llamada 95 céntimos en la factura o en la tarjeta de prepago (1,1 euros incluyendo el IVA). La compañía de móvil sólo se queda con el establecimiento de llamada (15 céntimos, generalmente) y el resto se lo lleva la compañía que comercializa el presunto servicio de voz.
La estafa es posible gracias a una laguna en la regulación de los llamados números de tarificación adicional (803, 806 y 807). Los que comienzan con el prefijo 905, pensados para sondeos y encuestas masivos, no fueron incluidos en esa categoría, convirtiéndose así en una vía para el abuso. Los primeros en aprovecharse de este vacío legal fueron las cadenas de televisión y las emisoras de radio, que comenzaron a utilizarlos fraudulentamente para sus concursos y sorteos, en lugar de los que empiezan por 806, como señala la normativa.
Ante las denuncias de asociaciones de consumidores, como UCE, Industria anunció a finales del año pasado que iba a incluir estos números entre los de tarifación adicional. De esta forma, los titulares de las líneas (cadenas de TV y otras empresas) deben facilitar el precio de las llamadas, no pueden alargarlas innecesariamente y están obligados a identificar al responsable de la publicidad. Además, el usuario puede rechazar su facturación si no está de acuerdo y pagar sólo el servicio telefónico. Sin embargo, aún no hay una norma concreta que regule los 905, según fuentes del departamento, lo que lo ha convertido en una nueva fuente de estafa. De hecho, Facua prepara una denuncia con varios casos de afectados, según el portavoz de la asociación, Rubén Sánchez.
EL PAÍS, Jueves 7 de agosto de 2008
Imagen: El País

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