viernes, 27 de mayo de 2011

Cómo reconocer una dieta 'milagro'

Laura Tardon / Madrid

Blanca, redonda, enigmática, hechicera y hay quien también le atribuye otra virtud a la luna: adelgazante. Ahora que se acerca el verano proliferan las dietas que prometen una pérdida de peso exprés. La denominada 'dieta de la luna' es una de ellas. Asegura tener las claves para reducir hasta tres kilos en un solo día. Pero cuidado, antes de aventurarse, cerciórese de que no se trata de una de los tantos regímenes engañosos que circulan sin tener una base científica.
En concreto, la supuesta 'dieta de la luna' se basa en la fuerza de atracción que ejerce este satélite sobre los líquidos. Según proponen los inventores de este método, basta con no ingerir ningún alimento, excepto líquidos, durante uno o tres días enteros. Eso sí, coincidiendo con el cambio de fase lunar.
Otros regímenes se centran en las propiedades de la piña, del pomelo, del yogur... Hay un sinfín de métodos, anunciados en televisión, internet y revistas de moda, que aseguran buenos resultados en pocos días. Algunos afirman, incluso, que todo lo que se ingiera antes de las 08.00 de la mañana no engorda. No es cierto, no existe base científica al respecto. Lo que sí se sabe, advierten expertos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutricion (AESAN) en su página web, es que estas dietas "constituyen un riesgo inaceptable para la salud. Producen efectos psicológicos negativos, favorecen el efecto rebote, desencadenan incluso trastornos del comportamiento alimenticio (anorexia y bulimia) y provocan deficiencias de proteínas, vitaminas y minerales". Es lo que ocurre, por ejemplo, con una dieta fundamentada en los potitos infantiles. "Al estar preparados para los bebés no cubren las necesidades alimenticias del adulto", señala Victoria Aguilar, catedrática en Nutrición en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
La mayoría de las dietas 'milagro' son hiperproteicas, como la famosa de Dukan, a la que parece que muchos famosos se están apuntando. "Las proteínas tienen un efecto saciante. Se consigue perder peso, pero fundamentalmente agua, no grasa", relata la especialista. A corto plazo, añade, "pueden aumentar los niveles de colesterol y, con el tiempo, pueden producir lesiones en el hígado y en el riñón".
Reconocer el engaño
¿Cómo identificar las dietas engañosas para no poner en riesgo nuesta salud?
Según la AESAN, hay tres elementos clave para reconocerlas. Aquellas que "prometen pérdida de peso rápida: más de cinco kilos por mes; aseguran que se puede llevar sin esfuerzo y anuncian que son completamente seguras y sin riesgos para la salud". Pero hay más indicios.
Según la doctora Aguilar, hay que sospechar cuando en el plan escogido hay alimentos prohibidos. "Una dieta saludable no tiene restricciones de ningún alimento permitido por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. Se puede comer de todo, pero en menores cantidades. El secreto está en la preparación, mejor al horno, a la parrilla y al vapor. Hay que olvidarse de las frituras". Lo ideal, agrega, es que "la dieta se componga en un 50%-60% de hidratos de carbono (cereales, tubérculos, verduras), un 30% de grasa (aceite de oliva) y un 10%-15% proteínas (huevos, leche, verdura, fruta, etc.)".
Además, si la persona siente mucha ansiedad o nerviosismo, probablemente se deba a que no ha escogido una dieta equilibrada y saludable. "Esto suele ocurrir con los regímenes muy restrictivos, como el de la piña y el pomelo", doctora. Ante la duda, para comprobar si su dieta es segura o no, la AESAN dispone de un test que facilita la respuesta. Si nota pérdida de volumen y fuerza muscular, si está cansado, irritable, tiene mareos, le cuesta conciliar el sueño, observa caída de cabello, fragilidad en las uñas, etc. es muy probable que la dieta sea incorrecta, por una excesiva restricción de calorías.
Por lo tanto, para reducir peso es importante que los interesados sepan que no pueden perderse kilos en un tiempo récord sin riesgos para la salud. Este tratamiento debe realizarse bajo control médico. Precisamente, "las dietas prescritas por personas ajenas al campo de la nutrición se caracterizan por las escasas calorías que aportan (entre 400 y 750 al día)", asevera la doctora Vázquez.



EL MUNDO, Viernes 27 de mayo de 2011

Imagen: El Mundo

¿Están caducadas las fechas de caducidad?

Cristina G. Lucio / Madrid


Tiene hambre y la despensa esta prácticamente vacía. Tan sólo queda un paquete de galletas en un estante, pero trae malas noticias impresas en su envoltorio: la fecha de consumo preferente expiró tres días atrás. ¿Qué hace? ¿Se las come? ¿Las tira por temor a una intoxicación?
Las autoridades británicas se están planteando acabar con este tipo de dudas alimentarias de un plumazo. Su intención es eliminar las distintas etiquetas que se utilizan hoy en día para indicar la vida útil de un producto y apostar por una única información que haga referencia al momento en que su consumo puede ser peligroso para la salud. La iniciativa, que de momento sólo pretende guiar a productores e intermediarios, tiene como objetivo evitar que se sigan tirando diariamente toneladas de comida en buen estado.
"Estoy consternada por la cantidad de alimentos que van a la basura cada día. Si las fechas de la etiqueta son parte del problema, entonces tendremos que hacer algo para solucionarlo", ha señalado Caroline Spelman, secretaria de Medio Ambiente de Reino Unido.
Aunque en menor medida que en el país británico, en España también existen distintas denominaciones para establecer el periodo en el que un producto puede consumirse con total seguridad. En general, se utiliza la 'fecha de caducidad' con los productos muy perecederos, como los preparados cárnicos, en los que la presencia de microorganismos puede resultar muy peligrosa tan sólo unos días después de su preparación.
En cambio, en los alimentos en los que el paso del tiempo es menos nocivo –como el caso de las galletas o los cereales– suele utilizarse la indicación 'consumir preferentemente'. "Esta etiqueta se refiere más al hecho de que, tras la fecha indicada, las propiedades nutricionales y organolépticas de ese alimento no son las mismas. Puede perder sabor, textura, color... pero no hay un peligro inminente de seguridad alimentaria siempre que se cumplan las condiciones de conservación", explica Emilio Martínez de Victoria, director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada.


Plazos
En principio, son los fabricantes quienes establecen los plazos de caducidad, siguiendo unas indicaciones generales que marca la ley.
Según un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) hace unos años, la vida máxima que generalmente se establece, por ejemplo, para un yogur –desde su elaboración y siempre que se conserve debidamente en el frigorífico– ronda los 28 días. La pasta fresca puede sobrevivir tres semanas si está adecuadamente refrigerada, mientras que, en el caso de las galletas, su viabilidad suele ser mayor a los seis meses.
Si la vida del producto es menor a tres meses, debe aparecer el día, mes y año en que dejará de ser apto. Si el periodo está comprendido entre los tres y los 18 meses, basta con indicar el mes y el año y, finalmente, si se superan los 18 meses, simplemente hay que hacer referencia al año a partir del cual su consumo no se recomienda.
Algunos productos, como las bebidas alcohólicas de más de 10 grados o el vinagre, están exentos de la obligación de indicar su fecha de caducidad ya que, en general, se considera que consumirlos mucho tiempo después de su elaboración no entraña riesgos para el organismo humano.
Para Ileana Izverniceanu, portavoz de la OCU, la coexistencia de las dos indicaciones de tiempo de utilización de los alimentos no tiene por qué suponer un problema. "Lo que hay que conseguir es que la gente aprenda a interpretarlas, que sepa que comer una magdalena pasada de fecha dos días no le provocará una intoxicación", señala.
En su opinión, sí sería necesario establecer claramente, y por normativa legal, qué productos deben utilizar la fecha de caducidad y cuáles el consumo preferente ya que, en algunos casos, esto queda a elección del fabricante. "El próximo reglamento de información al consumidor, que se está debatiendo en Europa, debería regularlo", concluye.



EL MUNDO, Viernes 27 de mayo de 2011

Imagen: El Mundo

El comercio digital, contra una norma comunitaria

JAVIER MARTÍN - Barcelona -

Las asociaciones europeas del comercio electrónico anuncian grandes perjuicios si se aprueba una normativa sobre los derechos del consumidor europeo.

El Parlamento redactó una directiva para armonizar los derechos de los consumidores europeos, principalmente cuando son internacionales y a distancia. En el preámbulo se destaca que el comercio online nacional ha aumentado mucho en los últimos años, pero no así el transfronterizo. Y se achaca a la diversidad de leyes nacionales. Esta directiva europea, que el martes negocian Consejo y Parlamento, se concentra principalmente en la devolución de las compras.
Si el consumidor exige la devolución, la nueva norma europea obliga al comerciante al reembolso antes de 14 días, además de asumir los costes de entrega, incluso aunque aún no haya recibido el artículo rechazado. Esta es la principal queja de 10 asociaciones europeas de comercio electrónico, entre ellas la española Adigital.
Si se aprueba tal cual, el sector prevé cierres de tiendas online, y una subida de precios, ya que los costes de estas exigencias se repercutirán en las transacciones. Las asociaciones critican que no se les ha escuchado y que la norma rompe el principio de proporcionalidad.

EL PAÍS, Viernes 27 de mayo de 2011

jueves, 26 de mayo de 2011

Mucho ojo a la etiqueta

ARANCHA SERRANO
Comprar en el súper es un gesto automático en muchos casos, pero cada día son más los que se detienen a leer las etiquetas, y descubren, asombrados, que sus pretendidos espárragos navarros son en realidad de China o de Perú. "Creemos que el consumidor está cada vez más preocupado por lo que come", asegura Enrique García, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), "otra cosa es que entienda la etiqueta o que esta sea rigurosa. Hay sobreinformación y eso enmascara muchas deficiencias".

El etiquetado no es un tema de reclamación o consulta habitual, admite la OCU, pero uno de los más frecuentes es el de la procedencia o naturaleza de los productos. Mejillones o espárragos suelen esconder en letra pequeña su verdadero origen, propiciando el engaño con el nombre de la marca (El hórreo, por ejemplo) o el lugar donde han sido envasados.
Otras quejas hacen referencia a la confusión entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente. En el primer caso, si el alimento se consume con posterioridad puede suponer un riesgo para la salud. En productos no perecederos (aceite, arroz...), se usa la fecha de consumo preferente: no hay riesgo para la salud si se consumen tras la fecha, pero se pierde su calidad óptima (pueden ponerse rancios o perder color).
El matiz 'light'
Tampoco es lo mismo un producto light que uno bajo en calorías. Según la Comisión Europea, un producto light ha reducido grasas o azúcares -o ambos- un mínimo del 30% (ojo: recuerde que a veces solo reducen grasas y mantienen los azúcares, o viceversa). Para que sea bajo en calorías debe tener un aporte calórico inferior a 40 kcal por 100 g si es sólido, o 20 kcal por 100 ml si es líquido.
El helado, la nata o las patatas fritas light no pueden ser bajas en calorías si su aporte calórico es superior al indicado. Se ha comprobado que, además de ser más caros, algunos productos lights y bajos en calorías tienen más grasas, azúcares y calorías que otros que se anuncian como tales. Así, es fácil comprobar que las tradicionales galletas María son mucho menos calóricas que muchas galletas dietéticas.
En cuanto a zumos, todos los envases se parecen, pero las diferencias son notables: su porcentaje de fruta puede variar desde el 10% de los refrescos hasta el 55% de los néctares o el 100% de los zumos. Hay zumos a base de concentrado (más industriales) y exprimidos (más naturales). Y en los exprimidos, hay quien tritura toda la naranja, incluyendo la piel, y quien añade la pulpa pasteurizada.
Soja, bífidus y otras modas
Hace unos años, la denominación 'Bio' desapareció de muchos productos por una legislación europea que ponía fin al abuso del término, limitando su uso a los que provienen de la agricultura ecológica.
Ahora la soja enriquece multitud de alimentos pero ¿son reales sus anunciados beneficios? "La soja es un alimento con unas cualidades nutricionales muy buenas, el problema es cuánta soja hay que comer para que realmente se note el supuesto efecto beneficioso», explica Enrique García, de la OCU. Lo mismo puede decirse del calcio y las vitaminas añadidas, cuya asimilación por el organismo es mínima. «La cantidad de vitaminas, calcio, soja... que llevan muchos productos es tan pequeña que habría que tomar grandes cantidades para que se notaran sus efectos. Antes que tomar alimentos enriquecidos con soja, a lo mejor conviene tomar la propia soja. Desde luego al bolsillo le conviene», puntualiza el portavoz.
Por otro lado, distintas asociaciones médicas sostienen que el abuso de productos prebióticos, con fibra y fermentados con bífidus y otras bacterias altera el normal funcionamiento del aparato digestivo y recomiendan su consumo en situaciones puntuales. Silvana Iezzi, nutricionista de Vitalista opina que solo serían perjudiciales si se consumieran de forma excesiva: "Estos alimentos, llamados funcionales porque han sido creados para cumplir una función, son saludables y no hay problema por tomarlos con frecuencia. Complementan an alimentacion equilibrada, pero no se puede basar la alimentación en ellos". Y hace una advertencia: las beneficiosas bacterias de esta clase de productos sólo mantienen sus propiedades si se conservan en frío. Al sacarlos de la nevera, y pasadas una o dos hora, mueren.
Atención a los aditivos
Para la OCU, cuantos menos aditivos tenga un alimento, mejor: recomiendan evitar colorantes, estabilizantes, potenciadores del sabor (glutamato monosódico) y edulcorantes como el aspartamo (E 951). Los expertos mantienen posturas enfrentadas sobre sus posibles efectos negativos. "A día de hoy no está probado científicamente que su consumo favorezca la aparición de enfermedades -dice Silvana-, pero aún están por conocerse sus efectos a largo plazo".


Lo que no hay que perder de vista
Hay que comprobar los ingredientes para saber si el alimento lleva alérgenos o si incluye todo lo que anuncia (una paella con marisco que nadie encuentra, platos sin sal que sí la llevan...). Se recomienda evitar el aceite de palma, de coco o de otro vegetal sin especificar, así como la grasa vegetal parcialmente hidrogenada.
La información nutricional es de gran ayuda para elegir entre un producto y otro: hay que asegurarse de que las raciones estén unificadas (100 g o ml). Se recomiendan los productos con menos sodio y grasas saturadas. Es importante que se vigile este datos en productos como el pan de molde, donde la presencia de estos elementos es especialmente elevada. Muchos nutricionistas apuestan, en este sentido, por elegir una barra de pan antes que el pan de molde, y dentro de los panes de molde, los integrales y los de harina de centeno, más saludables ya que evitan la harina refinada de harina.



20 MINUTOS, Miércoles 25 de mayo de 2011