jueves, 29 de julio de 2010

Denuncian que las etiquetas de 8 de cada 10 productos de marcas blancas son engañosas

AGENCIAS
Los mensajes que aparecen en las etiquetas del 80 % de los productos de marca blanca presentan "irregularidades" y "no son veraces", según un estudio de la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU). El informe, titulado El etiquetado en los productos alimenticios de marca blanca, analiza las inscripciones de 97 alimentos de las marcas de distribución Hacendado (Mercadona), Carrefour, Día, Auchan (Alcampo), El Corte Inglés, Eroski y Lidl, y denuncia que sus envases "no son neutros, tal y como deberían".
El estudio examina el uso de declaraciones nutricionales y de salud en el etiquetado de una selección de productos alimenticios de marcas blancas o de distribuidor, y mide el correcto cumplimiento del reglamento europeo 1924/2006: una norma que pretende regular los mensajes voluntarios que se incorporan en el etiquetado de los alimentos y cuya novedad más destacada es la evaluación científica que deben hacer las Autoridades Comunitarias por cada declaración.
Una de las principales conclusiones es que los productos de “marca blanca o de distribuidor” demuestran que sus envases no son neutros, tal y como indicaría la propia denominación: estas marcas blancas también venden supuestamente “salud” además de una buena relación calidad/precio.
De las 298 declaraciones analizadas, 71 eran de salud, 37 gráficas y 186 fueron nutricionales, llegando a contabilizar hasta 304 nutrientes, además de otras sustancias, sobre los que se hacían declaraciones.
Mensajes complejos
Las etiquetas en productos de marca blanca mantienen un nivel de complejidad que se aproxima a los productos de marca, debido al uso, no siempre correcto, de las declaraciones nutricionales y de salud.
El estudio pone algunos ejemplos que, a juicio de la CEACCU, no tienen suficiente respaldo científico, con supuestos beneficios no comprobados, por otra parte difíciles de comprender para muchos consumidores, tal como exige el Reglamento.
"Vitamina E, antioxidante que protege a las células de los radicales libres evitando el envejecimiento".
"500 mg al día de ácidos grasos omega 3 (EPA+DHA) favorecen la fluidez de la sangre, evitando la acumulación de colesterol en la misma".
"Ayuda a restaurar y promover el crecimiento de las bifidobacterias".
"Con DHA y EPA".
Marcas confusas
Muchas de las etiquetas de estos productos dificultan la elección por parte del consumidor. Según la confederación, sitúan la marca junto a una declaración (de salud o nutricional) en el frontal del producto, con un tamaño de letra grande. Algunos ejemplos:
"Omega 3 EPA y DHA. Eroski".
"Energía +Crecimiento Hacendado".
"Nature Active Hacendado".
"Eroski Activitas".
"Deliform Nature Auchan".
El estudio señala que, al igual que en los productos de marca, las marcas blancas destacan la información menos útil, relegando la información nutricional obligatoria a la zona de la etiqueta menos visible y con una letra muy poco legible.
Productos no tan nutritivos
Casi el 30 % de los productos analizados no podría incorporar declaraciones en el etiquetado, ni de salud ni nutricional, debido al alto contenido de algún nutriente (azúcar, sodio o grasa saturada), cuyo exceso podría dañar la salud del consumidor, asegura la CEACCU.
Los lácteos son la categoría de alimentos que incorpora más frecuentemente declaraciones en el etiquetado, incumpliendo en mayor medida el Reglamento (60% de los incumplimientos totales). Algunas de ellas ya han tenido una opinión desfavorable de la Autoridad Europea, según la organización, por no reunir las suficientes pruebas científicas, como las siguientes:
"La vitamina A protege los huesos y dientes", presente en diversos productos como la leche semidesnatada calcio Carrefour y la leche enriquecida con calcio Hacendado.
"Activa la flora intestinal" en el caso de Bífidus Proviact de Lidl o "Una botella de activitas al día ayuda a tus defensas" en el producto Eroski Activitas, sobre supuestos efectos beneficiosos de las bifidobacterias y Lactobacilus.
"El nivel de posibles incumplimientos (151) en los productos analizados, refleja que el consumidor no está disfrutando de una información veraz en las etiquetas de los productos que compra", concluye el estudio. "Tan sólo 18 productos de los analizados no mostraban ningún posible incumplimiento frente al Reglamento".

20 MINUTOS, Viernes 30 de julio de 2010

miércoles, 28 de julio de 2010

Esta etiqueta inteligente sigue todos sus pasos

RAQUEL SECO / ROSARIO G. GÓMEZ
Sirven para alertar de robos en las tiendas, para controlar las mercancías de un almacén o para pagar de forma automática en un peaje. Son las etiquetas inteligentes, pequeños chips adheridos a todo tipo de objetos que funcionan mediante radiofrecuencias: desde bolsos hasta pasaportes, pasando por medicamentos o entradas para el fútbol. Su uso sin control ha sido puesto en cuarentena por las autoridades de protección de datos. Se quejan de que pueden invadir la privacidad y poner en riesgo la seguridad de los ciudadanos al poner al descubierto datos personales.
Estos artilugios funcionan mediante tecnología RFID (etiquetas de identificación por radiofrecuencia) y son cada vez más frecuentes en la vida cotidiana. Llevan incorporada una microemisora de radio que en la mayoría de los casos pasa inadvertida. Los consumidores pueden llevarla conectada sin enterarse de que van dejando un rastro sobre sus gustos y comportamientos.
Son un perfecto chivato. Aunque hay que distinguir, al menos, entre dos tipos de tags o etiquetas: las pasivas, que emiten señales solo cuando entran en el campo de acción de un lector, y las activas. El campo de alcance de las primeras varía, dependiendo de muchos factores, entre unos pocos milímetros y los siete metros. Las activas, por su parte, emiten señales todo el día (igual que un teléfono móvil, por ejemplo) y son mucho más caras y menos frecuentes. Se encuentran, por ejemplo, en los peajes automáticos de las autopistas. Se trata de etiquetas inteligentes que almacenan información en un chip de minúsculo tamaño. Un lector permite identificar, a distancia, cualquier producto.
El abaratamiento de costes ha hecho que cada vez proliferen más estos sistemas. En España se calcula que el 3% de las pequeñas y medianas empresas tienen instaladas esta modalidad de etiquetas mientras que en las grandes compañías el porcentaje se eleva al 20%. Según un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Tecnología de la Comunicación (Inteco), las empresas dedicadas al transporte y almacenamiento son las que más los emplean. Pero su uso está en plena expansión en otros sectores, como la informática o el comercio.
El Parlamento Europeo ha alertado sobre ellos. El pasado mes de junio instó a los Estados a poner en marcha mecanismos para que el uso de estos artilugios garantice la privacidad y la protección de datos de los ciudadanos. Para preservar los derechos de los usuarios, ese organismo apuesta por crear un marco jurídico europeo que garantice la privacidad de los ciudadanos, y en el que los consumidores tengan derecho a interrumpir en cualquier momento la conexión a estos chips.
La Unión Europea, de hecho, pidió a finales de 2009 a tres entidades europeas de normalización (Celenec, CEN y ETSI) un estudio sobre la posible regularización para proteger al consumidor final. Actualmente una comisión estudia la creación de un logo que identifique la tecnología RFID -de la misma forma que ahora se indica la presencia de cámaras de vigilancia- y se está debatiendo el establecimiento de niveles de intrusión en la privacidad, según Paloma Llaneza, abogada especializada en nuevas tecnologías.
La industria, por su parte, defiende las utilidades de esta tecnología y niega que pueda llegar a emplearse para intromisiones en la intimidad del consumidor. En opinión de Sergi Cardona, responsable de RFID en la Asociación Española de Codificación Comercial (AECOC), se suele dar protagonismo al "mal uso" de los sistemas de identificación de radiofrecuencia pese a que es "el mismo que se puede dar a cualquier tecnología".
Aplicando las recomendaciones europeas (desactivando por defecto el tag en el punto de venta a no ser que el usuario indique específicamente lo contrario, por ejemplo) no debería haber inconvenientes ni se debería destapar ningún dato personal del cliente, para Cardona. Además, de este modo se sacaría partido a los beneficios del RFID "consiguiendo una gestión empresarial más eficiente, ofreciendo al cliente más facilidades en el momento de pago..."
Pero los riesgos están ahí. La Agencia Española de Protección de Datos, especialmente alerta a cualquier posible vulneración de la privacidad, ha lanzado la voz de alarma. Advierte de que, pese a las bondades que puedan tener estos mecanismos, es necesario que se exijan garantías para prevenir los efectos perversos. Para evitar riesgos, la Agencia de Protección de Datos y el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación han editado una guía para que el usuario pueda defenderse de estos supuestos "perros guardianes". Aconsejan que se inutilicen, desactiven o destruyan cuando el usuario haya efectuado una compra en una tienda y, en todo caso, creen necesario que el ciudadano sea informado del uso de estos artilugios. Se evitaría así que algunos objetos, un bolso, por ejemplo, pitaran al pasar por un establecimiento para alarma y sorpresa de su propietaria, como ha ocurrido en determinadas tiendas de Madrid. No obstante, desde AECOC insisten en que las utilidades de esas etiquetas antihurto son "muy diferentes" de las etiquetas RFID. Aunque ambos dispositivos se basan en los sistemas de radiofrecuencia, según esta asociación, el chip antirrobo no identifica en modo alguno el artículo, con lo que no compromete la privacidad del consumidor.
El sistema RFID -al que los expertos denominan el Internet de las cosas- permite vincular los objetos que se mueven, identificarlos y controlarlos. Pueden llegar a dar información suficiente para la localización de una persona. "Entre las empresas españolas, el uso es todavía incipiente, pero las previsiones apuntan a un crecimiento exponencial en los próximos años".
Aunque también pueden ser de uso personal. Los padres, por ejemplo, pueden instalar estos dispositivos en pulseras o en prendas de ropa o bajo la piel para tener localizados minuto a minuto a sus hijos. Algunos hospitales, como el Clínic de Barcelona, han puesto en marcha un sistema de identificación y seguimiento de sus pacientes por radiofrecuencia. Con esta fórmula persiguen mejorar la seguridad y calidad asistenciales de los pacientes.
Como todo, la tecnología tiene dos caras. Pablo Sancho, director comercial de Asís Consultores -que se encarga de implantar estas etiquetas, por ejemplo, en lavanderías industriales- destaca que la identificación y la preparación logística de una sola prenda con código de barras tarda 16 segundos, mientras que con tags se gestionan hasta 150 prendas en unos 10 segundos. "El RFID es el futuro", asegura Sancho, y su uso no supondrá un problema siempre que "no se grabe nada en el tag, sino en una base de datos local que solo las personas autorizadas puedan consultar". Además, recalca que "a nivel de privacidad de la información, quizá está en una posición más vulnerable el usuario que entra a ver cualquier información vía Bluetooth en su móvil" puesto que la información en el RFID va "encriptada y codificada".
¿Pueden estos dispositivos transmitir algún tipo de información personal? "Solamente podrían hacerlo, quizá, los de tipo activo. Y en caso de que lo hicieran los pasivos, siempre transmitirían información que tú hayas autorizado. Además, previamente esa información está codificada y almacenada en una base de datos. No tengo ningún cliente que haya grabado información relevante en el tag", asegura Sancho.
Para Protección de Datos, el principal ataque que puede sufrir la privacidad del usuario es el intento de lectura de la información personal y privada almacenada en estos dispositivos. Y pone como ejemplo las pegatinas adheridas a la ropa: "Pueden ofrecer información capaz de elaborar un perfil con los gustos o aficiones de una persona a partir de sus compras".
Aun con un mal uso, la información delicada "no está específicamente en la tarjeta, se necesitaría acceder a un sistema de información", replica Cardona.
Daniel Alguacil, editor del portal especializado RFID-Spain, añade que reunir datos que puedan llegar a identificar a un consumidor "requeriría una extraordinaria universalización, una implementación a nivel global que a día de hoy no existe". Además, asegura que los "hipotéticos" riesgos para la intimidad que según algunos implica el RFID no son comparables a las ventajas del sistema: "Posibilita la reducción de precios, genera muchísimos puestos de trabajo, aumenta la competitividad de las empresas...".
Existen interminables debates entre defensores y detractores. Fuentes de la industria descartan que la distancia de lectura de las tarjetas pueda suponer un factor de riesgo ("hay que estar bastante cerca" para leer una tarjeta pasiva, según Sergi Cardona), mientras que la percepción generalizada se inclina porque "pueden ser leídas a distintas distancias y eso puede suponer un problema", según Llaneza. Además, para la abogada, el problema principal se encuentra en el "tipo de información que llevan dentro y en la combinación que se pueda hacer con otro tipo de etiquetas".
Además, señala Llaneza, los lectores de etiquetas pueden estar en cualquier parte. "Imagínate que llevas una cartera que has comprado en una gran superficie. En ella llevas el nuevo pasaporte europeo -que lleva una etiqueta RFID dentro-, y una medicación identificada con este mismo sistema. Al pasar por el lector de la gran superficie, o por un lector pirata, alguien podría leer todo lo que llevas en el bolso y saber así si quieren robarte o no". En cuanto al uso no delictivo, los expertos alertan de que los comercios podrían llegar a averiguar el perfil del cliente que entra por la puerta: ¿está enfermo? ¿qué productos compra?.
"La gran cuestión, según Llaneza", es "qué información va incluida en la etiqueta RFID". ¿Datos personales, información sobre los hábitos de consumo y estilo de vida pero sin nombre ni apellidos...?". Los expertos exigen que se asegure la codificación de la información, que se asegure que las redes de comunicación estén totalmente protegidas para evitar el pirateo y que las etiquetas no identifiquen al usuario final.

Riesgos para los consumidores
- Accesos no permitidos a las etiquetas. Las tarjetas RFID pueden contener datos personales (nombres, fechas de nacimiento, direcciones...) o tenerlos asociados a un sistema central. El ataque puede dirigirse contra ambos.
- Rastreo. Una etiqueta RFID que contenga datos personales y sea utilizada para pagar compras, transportes públicos, accesos a recintos, etcétera, podría servir también para observar y clasificar a un consumidor según sus gustos, edad y otras características.
- Análisis de comportamientos. Empleando técnicas de minería de datos (extracción de información a partir de las bases de datos), se pueden analizar comportamientos individuales y así definir perfiles de consumo para diseñar y orientar las estrategias publicitarias de las empresas.
- Aislamiento de etiquetas. Consiste en el bloqueo de la comunicación entre lector y etiqueta, mediante, por ejemplo, una jaula de Faraday o revestimiento metálico que impide que penetren las ondas de radio.
- Saturación del servicio. Se satura el sistema enviando de forma masiva más datos de los que este es capaz de procesar. Invalida el sistema para la detección de etiquetas, con lo que los objetos etiquetados escapan al control del sistema. Puede ser utilizado para la sustracción de mercancía a pequeña o gran escala.
- Inutilización de las tarjetas. El atacante puede inhabilitar las etiquetas sometiéndolas a un fuerte campo electromagnético.
- Suplantación. Consiste en el envío de información falsa, por ejemplo, sustituyendo una tarjeta RFID por otra para comprar productos al precio de otros más baratos.
- Inserción. Se insertan comandos ejecutables en la memoria
de datos de una etiqueta donde habitualmente se esperan datos. Los comandos pueden inhabilitar lectores y otros elementos del sistema para desactivar el sistema permitiendo algún tipo de fraude, o una denegación de servicio.
- Repetición. El atacante envía al lector RFID una señal que reproduce la de una etiqueta válida, suplantando la identidad.
- Ataque 'Man in the Middle'. El atacante interviene en la comunicación entre dispositivo y lector, reemplazando a una de las dos partes. De esta manera puede interceptar información.
- Clonación de la tarjeta RFID. A partir de la comunicación entre una etiqueta y el lector, se copian dichos datos y se replican en otra etiqueta RFID para ser utilizados posteriormente.
EL PAÍS, Jueves 29 de julio de 2010
Imagen: El País

jueves, 1 de julio de 2010

Así es la lista de la compra con la nueva subida del IVA

Esther Mucientes
Madrid.- ¿Cuánto nos va a costar a partir de hoy un carro de la compra? La temida subida del IVA ya está aquí. Desde hoy los productos a los que se aplicaba el 7% y el 16% de IVA tienen un incremento del 1% y del 2%, respectivamente. Pero, ¿realmente cómo afecta esto a los tocados bolsillos de los españoles? ELMUNDO.es ha hecho la compra un día antes de la subida y con ella ya aplicada. ¿Cuánto se ha incrementado el carro?
El tipo reducido, que se eleva del 7% al 8%, actúa sobre los alimentos en general, el transporte de viajeros, los servicios de hostelería, las entradas a espectáculos, o viviendas.
Mientras, una barra de pan, un litro de leche o un kilo de tomates cuestan hoy lo mismo que ayer. Los llamados productos de primera necesidad -arroz, huevos, pan, fruta, hortalizas- gravados con el 4% del IVA están exentos de esta subida.
El resto de alimentos (carnes, pescados y conservas...) sufrirán una subida de un punto, al pasar del 7% al 8%, lo que supondrá un desembolso adicional de 23 euros. En resumen, el carro que el día 28 de junio costaba 98,86 euros -8,39 euros sólo de IVA- hoy ya cuesta 99,93 -9,46 euros de IVA- si contamos con 16 productos con el 8% de IVA, seis al 18% y dos al 4%.
Pero, ¿cómo se incrementa producto por producto? Un paquete de seis botellas de Coca-Cola de dos litros costaba 6,42 euros más 0,44 euros de su 7% de IVA. Hoy hay que tachar ese 7 de la lista y cambiar por un 8 con lo que los 6,86 euros que pagarían en caja pasarán a ser 6,93.
Parece poco, sólo siete céntimos, pero si se analiza un carro completo de siete en siete céntimos, las carteras empiezan a temblar. Otro ejemplo un paquete de cuatro yogures -gravado con el 7%- se pagará hoy a 0,96 euros, un céntimo más de lo que costaba ayer.
Un kilo de azúcar que costaba 84 céntimos ahora se pagará a 85 céntimos, un litro de lejía costará cinco céntimos más, medio kilo de carne picada que hasta hoy se pagaba a 3,56 hoy ya cuesta 3,59 euros y así una infinidad de productos.
Las economías domésticas, las más dañadas
Según la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceaccu), el impacto medio para las economías domésticas de la subida del IVA será de más de 350 euros anuales. Así cada familia destinará como mínimo 30 euros más, sin tener en cuanta la subida de los precios, para llegar a fin de mes comprando lo mismo.
¿Y el resto de productos y servicios? Sin dejar de lado el carro de la compra, las bebidas alcohólicas y el tabaco, que pasan del 16% al 18%, supondrán un gasto medio por familia, de 617 euros, una subida de unos 12 euros al año. El mismo incremento que ya han vivido los productos de limpieza y de aseo personal.
En concreto, los combustibles, el transporte y 'otros bienes de servicios' serán las partidas que más notarán la subida del impuesto, según Ceaccu. En el caso del combustible, gravado anteriormente con el 16% pasa al 18%, y supone un gasto adicional medio de unos 85 euros al año, mientras que lo que respecta al transporte -al 8%-, el gasto crece en 43 euros.
Con esta subida, el Estado calcula ingresar 5.150 millones de euros más, de los cuales 1.900 millones se recaudarán este mismo año.
Pese a los números, las cuentas, las subidas, los quebraderos para llega a fin de mes, el cuánto sumo y cuánto resto, el 70% del comercio asumirá parte de la subida del IVA para mantener unas ventas ya dañadas por la crisis.
Eroski descontará durante todo julio el equivalente al incremento del IVA en la segunda compra. Lidl certificará "ante notario" la congelación de sus tarifas actuales. Carrefour tampoco repercutirá en los precios la subida. Inditex, H&M o Cortefiel tampoco ajustarán importes de forma inmediata.
Además, gracias a que la subida del IVA coincide con el inicio del periodo de rebajas, no será hasta dentro de un par de meses cuando los bolsillos noten realmente el incremento, aunque la última palabra la seguirán teniendo los comerciantes que pueden decidir si subir el IVA al comprador o asumir ellos el coste y mantenerlos como hasta ahora.
EL MUNDO, Jueves 1 de julio de 2010


Imagen: El Mundo