lunes, 29 de diciembre de 2008

Seguridad y Juguetes: esto no es un juego

Susana Bermejo
La esperada llegada de los Reyes Magos no está exenta de peligros. Casi todos los juguetes son de importación y, cuidado, muchos están falsificados o no respetan la normativa. Sepa cómo proteger a los más pequeños.
Es el sueño de muchos niños: estar rodeados de juguetes de todo tipo, peluches, muñecos, trenes, automóviles…, y poder destruirlos, desmembrarlos, incendiarlos, hacerlos añicos. Vale que en este caso tiene un fin positivo, pero es fácil imaginar que los técnicos encargados de testar los juguetes para los distintos Institutos de Consumo Europeos pueden dejar en su trabajo que salga el niño que llevan dentro. Son ellos, trabajando para el Instituto Nacional de Consumo o la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) quienes experimentan directamente si lo que cae en manos de los niños esconde algún peligro. Si los juguetes, por ejemplo, están construidos con materiales perjudiciales (quizá porque son falsos o no respetan la normativa establecida) o si contienen partes inflamables o que puedan ingerirse.
Que a menudo los juguetes no son objetos seguros para los más pequeños lo demuestran los datos del último informe del Rapex, el sistema unificado de alerta rápida de la Comisión Europea que posibilita que los consumidores puedan advertir sobre los productos perjudiciales para la salud y la seguridad. Las cifras (las más recientes se remiten al año 2007) hablan claro: el número de productos peligrosos retirados del mercado en Europa ha crecido en un 53 por ciento respecto de 2006, con 1.605 avisos respecto a los 1.051 del año anterior. Las alertas que con más frecuencia llegan a Rapex son las que informan sobre productos destinados a los niños.
Liderando la clasificación del riesgo está China, de donde llega el 80 por ciento de los juguetes europeos. Un mercado que las autoridades de vigilancia controlan muy de cerca, sobre todo después de lo ocurrido el verano pasado, cuando Mattel tuvo que retirar gran parte de los productos fabricados en aquel país: se había encontrado en los barnices un porcentaje de plomo superior a la media.
El riesgo químico representa solamente uno de los aspectos del problema. Los incidentes más recurrentes se deben a la ingestión o a la inhalación de pequeñas piezas del juguete. Pero los peligros no acaban aquí. El informe del Rapex indica que cerca del seis por ciento de las indicaciones relativas a los juguetes tiene que ver con la emisión de un ruido excesivo. Un estudio de hace algunos años, basado en el análisis de 25 juguetes que se pueden adquirir normalmente en el mercado norteamericano (armas falsas, reproductores de discos, instrumentos musicales, silbatos y timbres para bicicleta, imitaciones de electrodomésticos), ha puesto en evidencia que los niveles de energía acústica son muy elevados respecto al umbral de seguridad deseable: variables entre 81 y 126 decibelios a una distancia de 2,5 centímetros del juego y entre 80 y 110 a una distancia de 25. Muy a menudo los juguetes más peligrosos se importan de un modo ilegal, alimentando así a un mercado de precios bajos. Ahorrar en productos destinados a los niños puede costar caro. Las asociaciones de consumidores coinciden con este enfoque. El año pasado, la OCU realizó un muestreo de 29 juguetes adquiridos en jugueterías y bazares para comprobar los niveles de seguridad de éstos. La conclusión fue que 20 de los 29 analizados eran inseguros. Este año, de cara a la campaña de Navidad, la OCU, junto con las organizaciones de Bélgica, Italia y Portugal, ha realizado un estudio sobre la seguridad de los juegos en todo tipo de comercios, no sólo en bazares. En concreto se analizaron 77 juguetes adquiridos en el mercado europeo, de los que 23 provenían de comercios españoles. La conclusión más alarmante es que sólo 43 de ellos pueden considerarse totalmente seguros. De los comprados en España, sólo 11 de 23 no presentan ningún riesgo para los niños.
Respecto a la seguridad de los juguetes, hay una última e importante norma que respetar: evaluar con extrema atención que el juguete esté adaptado al niño que lo recibe. «No hay que dejarse influir nunca por la publicidad», precisa Pino Staffa, presidente de la Asociación Baby Consumers. «De lo que se trata es de orientar la elección hacia juguetes que permiten una intervención activa del niño, escogiendo productos capaces de prestarse a diferentes usos, sugeridos a veces por la fantasía del niño. Y compartir siempre que sea posible con los más pequeños la experiencia del juego, de modo que la supervisión reduzca el riesgo de accidente hasta que sea practicamente nulo
XLSEMANAL, del 28 de diciembre de 2008 al 3 de enero de 2009

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