domingo, 16 de marzo de 2008

La dieta sana, una carrera de obstáculos

ANTONIO GONZÁLEZ - Madrid -
El camino hacia la dieta saludable es difícil de recorrer en España. Paradójicamente, pese a vivir en la era de la información y la tecnología, los consumidores están hoy más confusos que nunca sobre la bondad y la elaboración de los alimentos que ingieren, mientras la obesidad crece sin freno. Ante este panorama, las medidas sanitarias se han quedado cortas y ha llegado el momento de adoptar también medidas sociales para atajar el problema, centradas sobre todo en el sector agroalimentario.
Ésta es la tesis sostenida por un panel multidisciplinar de expertos en el estudio monográfico Alimentación, consumo y salud, editado por la Fundación La Caixa, que fue presentado ayer en Madrid. Los especialistas, coordinados por la socióloga de la Universidad de Oviedo Cecilia Díaz y su colega de la UNED Cristóbal Gómez, han querido lanzar una “alerta intelectual” ante el problema de la obesidad y otros perjuicios derivados de una alimentación poco saludable, antes de que sea demasiado tarde y la situación sea irreversible. Según Gómez, se puede intervenir “en muchos campos”, como la publicidad, el etiquetado o los aditivos que se incorporan a los productos.
No sabemos muy bien lo que comemos, hay falta de transparencia en la cadena alimentaria, y la capacidad de decisión del consumidor se ve mermada. Hay más información que nunca”, concluye Cecilia Díaz, “pero también estamos más confusos que nunca”.

La influencia de la publicidad
Los autores de la investigación, una decena de profesionales entre sociólogos, médicos, historiadores, y antropólogos, sostienen que los hábitos alimentarios están mucho más condicionados por la oferta de productos de lo que se pueda pensar. Este factor, junto con el hedonismo en la alimentación y el frenético ritmo de vida actual, explicaría las dificultades para seguir una dieta saludable y el aumento de la obesidad pese a la información disponible.
El estudio analiza cómo ha evolucionado la publicidad de los alimentos en el último medio siglo, hasta llegar al modelo actual, en el que predomina la promoción del alimento como medicamento. El problema está en que, en ocasiones, las recomendaciones alimentarias que se derivan de la publicidad y las instituciones son “dispares” y llevan a la confusión.
Díaz señala que la publicidad se adapta mejor a los deseos de la gente que las recomendaciones nutricionales de las autoridades, y destaca además que productos sanos como las verduras o las hortalizas frescas no suelen publicitarse, y si lo hacen cuentan con peores promociones que las de los alimentos elaborados. “La oferta también condiciona la demanda; por ejemplo, es muy difícil ser vegetariano en España”, agrega la especialista.
Para Cristóbal Gómez, al igual que ha ocurrido con la publicidad del tabaco, podría plantearse algún tipo de asunción de responsabilidad por parte de la industria alimentaria al hacer publicidad de determinados productos. No obstante, en este terreno la administración se encuentra con una dificultad: a veces, la defensa del mercado no es compatible con la defensa de los consumidores.
Otro de los autores, el especialista en obesidad Javier Aranceta, cree que la industria sí ha colaborado en España para reducir los índices de obesidad, y ha hecho “mucho menos lobby” que en otros países, aunque eso no descarta el hecho de que tenga dos vías principales para aumentar su negocio: raciones más grandes o una mayor frecuencia de consumo de alimentos.
En cuanto al ritmo de vida, la falta de tiempo hace que el 33% de la población española no planifique las comidas y que el 15% sólo compre lo que le apetece, sin olvidar la ausencia de actividad física.

La obesidad, problema común
Por último, la principal expresión de la dificultad para seguir una dieta sana es el incremento de la tasa de obesidad, un problema que afecta al 15% de la población y sigue creciendo.
En este terreno, la voz de los expertos es unánime: la obesidad no es un problema sanitario individual, sino un problema público en el que la responsabilidad está compartida. “Las personas, muchas veces, se ven abocadas a ella”, explica Díaz, que agrega que la sociedad hace recaer toda la responsabilidad en el obeso “como si sólo fuera un problema propio”.


Una hipoteca para el futuro
Sobrepeso y obesidad: El exceso de peso, que afecta a casi la mitad de la población española, ya está provocando la aparición precoz de enfermedades crónicas en personas jóvenes. Según las autoridades de EEUU, existe la posibilidad de que, por primera vez en la historia, los hijos tengan una esperanza de vida menor que la de sus padres.
Entorno ‘obesogénico’: El bombardeo publicitario, el sedentarismo y la falta de tiempo configuran un entorno ‘obesogénico’ que hay que revertir.
Labor interdisciplinar: El abordaje de la obesidad y el sobrepeso derivados de una alimentación poco sana no es sólo responsabilidad de los profesionales sanitarios, sino de toda la sociedad. Hacen falta medidas sociales y políticas.
Bipolarización: La obesidad afecta sobre todo a las personas de entornos más desfavorecidos, y hay un riesgo de división social que hay que contrarrestar con educación.

Javier Aranceta: «En el futuro habrá una tasa sobre los alimentos grasos»
El doctor Aranceta ha centrado gran parte de su trabajo en el estudio de la obesidad. Fue coordinador de uno de los grupos de trabajo de la Estrategia NAOS del Ministerio de Sanidad.
La obesidad ¿es un problema individual?
No es sólo culpa de los afectados, ya que suelen ser personas con una predisposición genética y que además han aterrizado en un sustrato que ha favorecido el desarrollo del sobrepeso. Hay que enseñar herramientas para controlar la obesidad, pero también establecer un medio ambiente menos obesogénico desde la infancia.
¿Es sólo labor de los médicos?
No. Por ejemplo, los arquitectos tienen responsabilidad al diseñar las ciudades, al igual que los abogados legislando, o los sociólogos planteando medidas que no favorezcan enfermedades crónicas.
¿Tiene que dar la industria alimentaria un paso más?
Sí, y el sector de grandes superficies y distribución tiene que dar dos. En las grandes superficies deberíamos tener ayudas para hacer una compra más saludable y que la persona esté menos a expensas de las ofertas para vender más. Están diseñadas para que el 50% de la compra sea no planificada.
¿Tienen los días contados las dietas personalizadas?
Sin duda. Se mantendrán las recomendaciones generales, pero a nivel asistencial se impondrá la nutrigenómica, para ver cuál es el alimento más favorable según el código genético de cada uno.
¿Habrá en el futuro una tasa impositiva sobre los alimentos muy grasos?
Creo que sí, que no sería descabellado. Habría que encarecer los alimentos menos recomendables con una tasa para que no sea fácil consumirlo desde el punto de vista económico. Se podría establecer una regulación similar para otros productos poco saludables, como algunas bebidas.

PÚBLICO, Jueves 28 de febrero de 2008
Imagen: Público

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