
El arroz amenaza con seguir la estela de subidas galopantes que el año pasado protagonizaron otros alimentos como la leche y los derivados del trigo. Las causas, esta vez, son la fuerte demanda, sobre todo de Filipinas (ha perdido gran parte de sus cosechas), el encarecimiento del combustible y el efecto del cambio climático en los arrozales. La guinda la pone la especulación de los fondos de inversión.
Mientras cunde el temor a una crisis alimentaria en Asia, los países productores toman medidas. Vietnam, quinto en el ranking mundial, decidió ayer reducir sus exportaciones un 22%; India (el segundo) subió el precio del arroz que vende al exterior y China (primer productor) aumentó el precio mínimo que cobran los campesinos. En los tres casos, para garantizar el suministro y contener la inflación.
El problema viene de lejos: en un año, la cotización internacional del arroz, sometida en los últimos días a bruscas oscilaciones, se ha duplicado. En España, donde el producto en origen subió hasta febrero un 37% interanual, ha habido aumentos en los precios finales desde agosto, aunque en las tres últimas semanas apenas ha habido cambios. En febrero, el IPC del arroz subió un 11,5%, el triple que la inflación.
La Unión de Pequeños Agricultores recuerda que España, segundo productor de la UE, consume menos de lo que recoge (en torno a un 5%) y que sólo importa variedades exóticas, como el basmati, por lo que está relativamente a salvo de las subidas.
Ebro Puleva, líder mundial del sector, asegura que tiene los stocks para esta temporada en Europa perfectamente cubiertos.
PÚBLICO, Sábado 29 de marzo de 2008
Imagen: Público
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