domingo, 4 de mayo de 2008

Terror en el hipermercado

POR MAITE VÁZQUEZ DEL RÍO. MADRID.
No hay tregua. La crisis originada por las conocidas como hipotecas «basura» el pasado verano nos ha traído estos lodos. Hay expertos que hablan de especulación y otros que consideran que el dinero busca refugio en los valores seguros, una tranquilidad que se ve alterada, de vez en vez, por malas cosechas, inundaciones, guerras... porque no hay nada más cobarde que el dinero y cuando el ladrillo falla busca otros valores, y qué mayor seguridad que los alimentos, el oro o el petróleo. Así nos va. No importa en qué parte del mundo nos encontremos.
La radiografía no puede ser más clara. Los cereales, por ejemplo. Antes de la crisis de las «subprime», el trigo -en sus múltiples variedades- costaba entre un 82,7 y un 131,8% menos; la soja, un 74,3% menos; el arroz un 102,4% menos; la avena un 38% menos; el maíz, un 56,8% menos y la cebada un 30,6% menos.
En el caso del petróleo, el precio se ha incrementado cerca de un 65% en los últimos doce meses, ante la menor producción dictada por la OPEP, la caída del dólar y ciertas tensiones como las registradas recientemente en Escocia o Nigeria. Esto ha provocado que en lo que llevamos de año el precio del oro negro se haya incrementado cerca de un 21%. Pero también llama la atención en el mercado de futuros de las materias primas el incremento de un 223% del gas natural.
La explicación de esta huida hacia adelante, según señaló a ABC el responsable del Gabinete de Coyuntura de Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros), Ángel Laborda, es que mucho dinero que salió huyendo de las «subprime» busca «otros destinos». Una parte ha ido a la Bolsa, de ahí que los mercados bursátiles «no se están comportando mal del todo»; y otra parte se dirige a las materias primas.

También los metales preciosos
Aunque ahí no acaban los refugios. Otra de sus salidas tradicionales son los metales y, así, la onza de oro ha conocido nuevos récords llegando al máximo de 875 dólares, un 30,60% más que hace un año. Y el precio del aluminio también se ha incrementado desde abril de 2007 un respetable 22,3%; el del plomo, un 43,6% y el estaño un llamativo 53,4%.
A todos estos valores se les conoce en el mercado internacional como «commodities», la palabra inglesa para denominar a las materias primas. El lugar favorito del dinero para refugiarse en momentos difíciles, con la economía desacelerándose a marchas forzadas y rondando la recesión.
Un segundo factor, que también provoca que en los supermercados encontremos los productos básicos de nuestra cesta de la compra con subidas que, en ocasiones, superan el 30%, es que a los cereales se les ha unido una fuerte demanda procedente de países emergentes como China o la India, que junto a una escasez de producción por malas cosechas ha supuesto que el resultado no puede ser peor para nuestros bolsillos, como destaca el director de estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo.

Oferta rígida
En este sentido, el director del Gabinete de Coyuntura Funcas, Angel Laborda, recuerda que la «oferta es rígida y no responde tan rápidamente al incremento de la demanda que se ha producido a corto plazo». En su opinión, se requiere más inversión que favorezca el aumento de la oferta.
También desde el Servicio de Estudios del BBVA se hace hincapié en que los precios de todas las categorías de «commodities» están «en los niveles más altos de más de una década», aunque matizan que las alzas comenzaron en 2004 y 2005. Así, en la base de datos de la entidad figura un incremento del 76% del petróleo desde 2005, del 96% en el caso de los metales y del 65% por parte de los alimentos.
Entre las razones que encuentra el BBVA para explicar esta situación se encuentra el «apetito de los países emergentes» y, más en concreto, la preferencia china por la carne.
Si se añade un tercer factor como es el uso de los cereales -maíz, colza o trigo- para buscar una alternativa al cada vez más caro petróleo, el resultado resulta explosivo. Izquierdo considera que esta utilización provoca una «distorsión» del mercado, que dificulta la «racionalización de la oferta».
El responsable del Servicio de Estudios del IEE añade además, que en Europa se ha estado hasta ahora «subvencionando el abandono» del cultivo de cereales, y dada su escasez, sobre todo, tras la mala cosecha de Ucrania, el ejercicio pasado, ha empezado a replantearse esta política.

Los biocarburantes
En el BBVA añaden, precisamente, la creciente demanda de etanol (maíz) y biodiésel (trigo, soja y colza) para presionar al alza los precios.
En el caso de España, recordó a finales del pasado año la titular de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, algunas instalaciones que producen biodiésel permanecen cerradas desde abril de 2007 por los altos precios de los cereales y los costes de transporte. Espinosa explicó el alza de precios de los cereales por el «desajuste existente entre la producción mundial y el aumento de la demanda», sobre todo procedente de Brasil, Rusia,India y China.
La ministra subrayó que la inestabilidad del mercado y la tendencia alcista de los precios ha provocado que los operadores privados tiendan a «mantener los stocks para maximizar sus beneficios», vendiendo estrictamente lo necesario.
A ello suma las sequías y el cambio climático como fenómenos que han acentuado el problema y han provocado malas cosechas en Australia, Canadá y Europa, un fenómeno coyuntural «inesperado», que ha supuesto un «impacto muy fuerte» en los precios, agravado por la actual cosecha de trigo en Estados Unidos.

Cuarto factor
Y si para cerrar este círculo vicioso se observa la trayectoria que ha seguido la cotización del dólar -la divisa con que se pagan todas las compras internacionales- frente al euro, entonces es para ponerse a ayunar, porque según explica Izquierdo lo que ha provocado es un incremento del precio en origen de materias primas de primer orden, como es el caso del petróleo: «Hasta que el dólar no sea caro, el precio del petróleo no empezará a bajar», asegura Gregorio Izquierdo.
Ningún analista, economista o gurú se atreve a predecir cuándo va a parar esta permanente crecida de precios. Pero algunos síntomas parecen empezar a dar cierta esperanza. Los manuales de economía enseñan que cuando hay mucha demanda de un producto, los precios suben, y transcurridos tres trimestres desde que estalló la crisis de las «subprime» el consumo ha empezado a resentirse, con lo que es de esperar -según los manuales- que los precios caigan.

El consumo empieza a caer
Esta misma semana lo hemos podido comprobar en la economía española. Las ventas del comercio al por menor -hipermercados, supermercados y pequeñas cadenas- cayeron un 8,7%, y la inflación que campaba a sus anchas, al 4,6% en marzo, ya ha perdido cuatro décimas en abril por este descenso del consumo.
No se puede olvidar, dentro de lo que consumimos los españoles, nuestra dependencia energética y de materias primas, incluidos los cereales, que tras el mal año que supuso 2007 para su cultivo debido a la sequía, nos ha traído precios excesivos que han empobrecido a la economía ya las familias, cuya capacidad de ahorro y de compra cada vez es menor.
Ahora los expertos, incluido el vicepresidente económico, Pedro Solbes, vaticinan que a finales de año la subida de los precios caerá a niveles del 3%. Porque además, el dólar ha empezado a corregirse y empieza a fortalecerse lentamente frente al euro. Y, no es casualidad, el precio del petróleo ha empezado también a bajar.
En los mercados internacionales se empieza a hablar de una fuerte corrección de las materias primas, lo que calmaría la presión alcista de los precios, que tanto preocupa a un lado y otro del Atlántico. Los analistas esperan que la actual burbuja de las materias primas se pinche en cualquier momento. Esto motivaría una fuerte corrección a la baja.
El director del Gabinete de Coyuntura de Funcas considera que «no se ve claro» un cambio de tendencia a corto plazo. Lo que ya se está haciendo palpable es la caída del consumo por la situación económica del país y de los hogares españoles. Laborda cree que hasta que no se produzca una «desaceleración profunda» de las economías china e india no caerán significativamente los precios de las materias primas. Porque mientras continúe la gran demanda procedente de esos países, los precios se mantendrán altos. Por ello, concluye Laborda, «no creo que a corto plazo la tendencia cambie».

Todo el país se empobrece
Por lo que respecta a España, Laborda apunta a la inflación como el principal problema: «Hasta noviembre o diciembre no se acercará al 3%», asegura. Los precios -explica- restan capacidad de compra a los asalariados y a las empresas. Estas últimas, recalca, también se han visto perjudicadas por los precios de las materias primas y los precios energéticos. Como resultado, «todo el país se empobrece», porque la mayoría de las materias primas y de la energía se compran fuera. Para reducir el gasto, «tenemos que frenar las compras, consumir e invertir menos, y esto empeora la situación». «Lo peor es que no podemos hacer casi nada -concluye Laborda- porque estamos con las manos atadas con los precios que nos vienen de fuera».

Se reduce el margen de venta
También el responsable de la Comisión de Alimentación de la Confederación Española de Comercio (CEC) y subdirector general del grupo IFA, Alberto Arranz, afirma que la situación en España es «preocupante» ya que los cereales producen un incremento en cadena de otros productos, como la carne, porque el precio de los piensos también se ha elevado, además de las subidas tan espectaculares que han tenido los productos básicos como el pan, la bollería o las galletas.
Para los establecimientos de venta las consecuencias también son importantes, ya que la elevada competencia unida al incremento de los precios en origen provoca una reducción de los márgenes, con el fin de «amortiguar» esa subida. Y aún así, los precios de los productos más recurrentes de nuestra cesta de la compra, según un informe de Caixa Cataluña, han crecido un 39,6%. Sólo hay que dar un paseo por los pasillos de los supermercados para comprobar que el aceite de girasol se ha incrementado un 39,03% en el último año (probablemente la alarma creada la pasada semana hará caer su consumo y su precio). Pero la leche ha subido un 23,98%; la harina un 27,52% o el pollo un 16,54%, según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Es para sentir «terror en el hipermercado».

ABC, Domingo 4 de mayo de 2008

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