domingo, 10 de febrero de 2008

La cesta de la compra amenaza con arrastrar al IPC a cotas históricas

MAITE VÁZQUEZ DEL RÍO
MADRID. Los productos básicos que componen la cesta de la compra llevan haciendo saltar las alarmas desde el pasado septiembre. Si en un año pagamos de media nueve euros más para llenar el depósito de gasolina del coche, doce meses después también los bolsillos de los consumidores deben hacer un esfuerzo adicional para pagar un 7,9% más en hacer la compra, casi el doble de lo que subió la inflación (4,2%) y los salarios (4,7%) en 2007, según un reciente estudio de Caixa Cataluña.
En dicho estudio se llega a la conclusión de existe un riesgo elevado de que el fuerte encarecimiento de la cesta de la compra se traslade a otros bienes y servicios, así como a los salarios, repercutiendo esas alzas sobre la inflación en el medio plazo. En este sentido, algunas voces sindicales (el sector crítico de CC.OO., entre otros) ya han advertido que este año las subidas salariales deben ser más exigentes para que los trabajadores no pierdan poder adquisitivo, alejándose de la moderación del último decenio.
En crisis o recesión, lo cierto es que el bolsillo de los ciudadanos se está viendo afectado en su consumo más básico, el de los alimentos, que es uno de los componentes más importantes para medir la inflación.
Si el año pasado acabó con un 4,2% de inflación, el índice de los alimentos y bebidas no alcohólicas cerró en el 6,6% y, sin bebidas, en el 7,9%, según confirmó en enero el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los salarios, por su parte, tuvieron un incremento anual del 4,71%.

Apretarse el cinturón
La subida continuada de las hipotecas a lo largo de 2007 ya había obligado a los ciudadanos a apretarse el cinturón, pero a partir de septiembre se no han tenido más remedio que hacer todavía más agujeros porque ya se habían agotado todos los anteriores. Y por si fuera poco, el mercado laboral empieza a crear más parados (132.000 más en enero, una cifra desconocida), que difícilmente podrán mantener su consumo en los mismos niveles.
No es de extrañar que el consumo de los hogares esté cayendo en picado. El ejercicio pasado ya empezó con una desaceleración de tres décimas con respecto al cierre de 2006 (3,7%), al terminar en el primer trimestre en el 3,4%. Los últimos datos -tercer trimestre de 2007- sitúan el consumo final de los hogares en el 2,9% y todavía falta por conocerse el último trimestre del año, donde ya ha advertido el Banco de España que continuará en la misma senda de los tres meses precedentes.
Por si quedara algún resquicio para la duda, esta misma semana el Instituto de Crédito Oficial (ICO) dio a conocer la confianza del consumidor, que, con una caída por noveno mes consecutivo, llevó la tasa a su nivel más bajo. El índice de confianza retrocedió un 1,4% y acabó en 70,9 puntos, lo que viene a confirmar la moderación del crecimiento del consumo privado, que seguirá «de forma gradual».
El estudio sobre coyuntura económica elaborado por Caixa Cataluña viene a redundar en la mala situación económica en que queda el consumidor respecto a lo que está sucediendo en el mercado.
Así, en el periodo 2002-2007, salvo en septiembre y octubre de 2006, el encarecimiento de los productos de compra recurrente (pan, carne, pescado, leche, huevos, frutas frescas, legumbres, hortalizas, patatas, tabaco, transporte y ocio), ha sido «sistemáticamente superior a la inflación general», situación que «se ha amplificado desde verano de 2007», precisa el informe.

Cinco puntos en cinco meses
De esta forma, el importante aumento de los precios de los alimentos básicos y de la energía ha significado un encarecimiento de la cesta de consumo frecuente del 7,9% interanual en diciembre, porcentaje que supone 4,7 puntos más que en agosto, esto es en sólo cuatro meses, y 3,7 puntos más que la inflación del año.
El aumento de los precios, corroborado también por las estadísticas del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, indican una escandalosa subida de la leche (25,42%), la harina (21,89%) o el pollo (16%), producto este último que antaño era utilizado para bajar la inflación a base de comprar kilos y kilos.
El efecto arrastre de la cesta de la compra, concluye Caixa Cataluña, se está trasladando a la percepción del consumidor sobre las altas cotas en que se va a situar la inflación.
ABC, Lunes 10 de febrero de 2008

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