lunes, 14 de julio de 2008

Una alimentación inteligente como fórmula para prevenir el alzheimer

Pilar Tamayo
Valencia. Las personas también aprenden a elegir y a vivir con conciencia de sus actos, así como conocen los beneficios de los alimentos, sus propiedades y la acción que cada uno ejerce sobre su organismo”. La realidad se impone y choca con el imaginario de la Fundación José Navarro. Taponamos la alimentación inteligente con hábitos poco saludables. Lo demuestran nuestras compras. El Ministerio de Agricultura nos pone la cara colorada: el producto estrella en el carrito del súper es la carne, con 315,7 euros y 50,6 kilos por persona y año, muy por delante del pescado (195,3 euros) o la fruta (118 euros). Hasta el pan saca ventaja a las hortalizas. “La carne roja debería consumirse un par de veces a la semana como máximo porque genera muchos radicales libres”, advierte la farmacéutica de Herboristería Navarro, Ana María Rodríguez. Y lo traduce: “El alzheimer se produce por pérdida de serotonina y dopamina, dos neurotransmisores que comunican las neuronas. Éstas se debilitan más cuanto más radicales libres tomamos”.

Juego de colores
Inversamente proporcional a la carne es el pescado azul, que convendría ingerir entre tres y cuatro veces a la semana. El 10% de los españoles, dice el CIS, no lo prueba nunca.
Ahuyentar el alzheimer no tiene por qué convertirse en un suplicio. La Fundación Navarro apoya un proyecto frente a esta enfermedad neurodegenerativa que afecta al 8% de los mayores de 65 años. Cuanto más llamativo sea un alimento, más eficaz es. Así que aliméntese con hortalizas vivas, como maíz, tomate o pimientos rojos y verdes, y sume otras frutas de nombres mucho más desconocidos en España. El goji es el primer tónico cerebral en Asia. Para entendernos, se trata de una especie de fruto rojo tropical, como un arándano. El acai es muy parecido, aunque aporta todavía mayor cantidad de antioxidantes y, para reconocerlo, tiene una forma muy parecida a la uva. No olvide añadir el zumo de noni, una fruta hawaina que retrae el envejecimiento gracias a sus 150 componentes nutracéuticos. No basta con tomarlos de vez en cuando. Ana María Rodríguez da la pauta: “Sería bueno introducirlos a partir de los 12 años, sobre todo si hay antecedentes de alzheimer en la familia. Si al día se recomienda la toma de cinco piezas, tres de ellas tendrían que ser ricas en antioxidantes, acompañadas de otras dos de verduras”.
Nuestros hábitos distan mucho de los consejos de la Fundación Navarro. El CIS calcula que el consumo de café, té, leche, chocolate o cacao en el desayuno de un adulto sextuplica el de zumos y frutas. El suspenso continúa a lo largo del día: los dulces se llevan casi la misma porción que las hortalizas y los productos lácteos doblan a los verdes. Más españoles, prosigue el CIS, se privan de fruta que de pan. Con los niños, el panorama resulta igualmente desolador. El doble de pequeños prefieren las galletas y las mermeladas a las verduras, que no prueban nunca cinco de cada cien chicos.
La adolescencia es otra piedra angular de Navarro. “El riesgo se advierte a largo plazo. La grasa se acumula lentamente en las arterias y no se percibe una causa-efecto”, explica la farmacéutica Rodríguez. Si la alimentación se basa en bollería industrial, carne roja o mantequilla desde los 16 años, el riesgo de infarto se dispara entre 10 y 20 años después. También son comunes la diabetes, la inflamación del hígado y el ácido úrico, responsable de los temidos ataques de gota. Navarro señala la única escapatoria: la mentalización de la gente.
LA GACETA DE LOS NEGOCIOS, Lunes 14 de julio de 2008
Imagen: Flickr

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