María RodríguezLa lista de medicamentos es infinita. La oferta, variada y profusa. La venta es fácil y a escala mundial. Hablo de los medicamentos en Internet. Una especie de farmacia mundial que no distingue de razas, países ni lenguas. Lo que importa es el negocio. Las consecuencias que puede tener sobre la salud de los ciudadanos este nuevo jinete del Apocalipsis pueden ser devastadoras, y no exagero.
Para ir abriendo boca hagamos un somero repaso a algunas de las "ofertas" que esta nueva casa de los horrores pone a la venta y se verá que el volumen de nuestra preocupación está justificado. Antidepresivos, andrógenos varios, anabolizantes, hormonas a granel, los conocidos antihistamínicos, diversos métodos para adelgazar o dejar de fumar, soluciones para los asmáticos, bálsamos para el colesterol, remedios para la artritis... e incluso en el colmo de la patraña, fármacos para el parkinson o el cáncer. (Se habla de más de 20.000 medicamentos).
Y por supuesto todo dentro de la más estricta ilegalidad, el máximo peligro y la más absoluta inseguridad. Sin receta. Sin la firma de médico alguno. Sin conocer posibles efectos secundarios ni contraindicaciones. Burlando todo tipo de prohibiciones, controles o precauciones. Sin saber si lo que venden es el producto original o se trata de una burda falsificación más.
¿Por qué será que la mayoría de estos productos casi nunca vienen con prospecto informativo alguno, y cuando vienen es en inglés, pegados al envase con un celo y deteriorados? ¿Y por qué muchos envases vienen abiertos o incompletos? ¿Y por qué no viene la fecha de caducidad de estos productos? Y por qué, y por qué, y por qué. Les invito a que respondan a esta pregunta.
Estamos, no les quepa duda, ante una de esas epidemias milenarias de las que hablan los historiadores. Sólo que esta vez es real, está aquí y ahora y se contagia por una red que nos toca a todos y está al alcance de todos. Hay que intentar que esta vez no sea demasiado tarde.
Para ir abriendo boca hagamos un somero repaso a algunas de las "ofertas" que esta nueva casa de los horrores pone a la venta y se verá que el volumen de nuestra preocupación está justificado. Antidepresivos, andrógenos varios, anabolizantes, hormonas a granel, los conocidos antihistamínicos, diversos métodos para adelgazar o dejar de fumar, soluciones para los asmáticos, bálsamos para el colesterol, remedios para la artritis... e incluso en el colmo de la patraña, fármacos para el parkinson o el cáncer. (Se habla de más de 20.000 medicamentos).
Y por supuesto todo dentro de la más estricta ilegalidad, el máximo peligro y la más absoluta inseguridad. Sin receta. Sin la firma de médico alguno. Sin conocer posibles efectos secundarios ni contraindicaciones. Burlando todo tipo de prohibiciones, controles o precauciones. Sin saber si lo que venden es el producto original o se trata de una burda falsificación más.
¿Por qué será que la mayoría de estos productos casi nunca vienen con prospecto informativo alguno, y cuando vienen es en inglés, pegados al envase con un celo y deteriorados? ¿Y por qué muchos envases vienen abiertos o incompletos? ¿Y por qué no viene la fecha de caducidad de estos productos? Y por qué, y por qué, y por qué. Les invito a que respondan a esta pregunta.
Estamos, no les quepa duda, ante una de esas epidemias milenarias de las que hablan los historiadores. Sólo que esta vez es real, está aquí y ahora y se contagia por una red que nos toca a todos y está al alcance de todos. Hay que intentar que esta vez no sea demasiado tarde.
EL MUNDO, Martes 1 de julio de 2008
Imagen: Flickr
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