lunes, 21 de enero de 2008

La cuesta de enero más dura de Europa

Jesús Martín / Lidia Aparici
Madrid- La inflación se ha convertido en el caballo de batalla de todas las economías desarrolladas, con contadas excepciones. España ha cerrado el año con una tasa interanual del 4,2% (4,3% según Eurostat, que hace la comparación con índices de precios armonizados), la más alta en un año natural desde 1995, aunque hiciera su aparición de nuevo en enero de 2006.
En Alemania, los precios han crecido a niveles desconocidos en catorce años, y en Estados Unidos, el 4,1% anunciado el miércoles por el Departamento de Trabajo obliga a retroceder a 1990 para encontrar una tasa similar. ¿Qué hay de común en este repunte de la inflación? Sólo el espectacular incremento del precio del petróleo que comenzó el año en el entorno de los 54 dólares y cerró en la frontera de los cien, barrera que sobrepasó nada más comenzar este año. El incremento del precio de los cereales como consecuencia del mayor consumo de países como China o India ha tenido también efectos negativos en la inflación, pero este temporal ha sido capeado de mejor manera por la mayoría de las economías desarrolladas, con la excepción de la española.

Repercusiones en el hogar
Que el grado de afectación de la crisis ha sido diferente para los países es un hecho obvio. Sin embargo, desde el Ministerio de Economía se reconoce que el repunte del IPC hasta el 4,2% es un «importante deterioro» que repercutirá negativamente en las economías domésticas, aunque se trate de un «fenómeno de carácter transitorio», que achacan a la subida de los precios internacionales del petróleo y los cereales. Así, David Vegara, secretario de Estado de Economía, reiteró que esta tendencia inflacionista «mejorará a partir de la primavera de 2008, situándose por debajo del 3%, y que los datos se suavizarán cuando desaparezca el efecto base del incremento del crudo».
No obstante, los consumidores notan con mayor dureza estos repuntes a la hora de llenar la despensa y alcanzar el final de mes sin agobios. El incremento del precio del barril de crudo y su traslación automática al precio de venta al público de los carburantes y combustibles han incrementado el gasto destinado al transporte por carretera en un 16,44% en un año, un 50% superior al crecimiento experimentado en la zona euro. Como consecuencia de estas subidas del petróleo, los abonos transporte también han subido 6,39 puntos porcentuales más que en el resto de países europeos (18,35% en España frente 11,98%).
Los efectos más negativos para el Gobierno se han dejado sentir en los alimentos donde la sensibilidad de los consumidores está más a flor de piel. El Gobierno alega que se debe a los repuntes del precio de los cereales y las materias primas, aunque la mayor parte de los ciudadanos está convencida de que buena parte de los incrementos hay que achacárselo a un inflacionista sistema de distribución. Este aspecto se observa con claridad en artículos de primera necesidad como los derivados lácteos, leche, queso y huevos, que han sido uno de los principales protagonistas de la escalada de precios, hasta casi duplicar su incremento en relación con el sufrido en la eurozona. Similar evolución han padecido las frutas y verduras, cuyo precio en España ha subido cerca de 10 puntos porcentuales más que en Europa (14,76% y 12,75%, respectivamente, frente al 5,35% y 2,99% de la eurozona).
El incremento del precio de la carne en España ha duplicado la media del de nuestro socios (17,5% frente al 8,8%). El pan es otro claro ejemplo de que algo se hace mal en España. Con una subida generalizada de los cereales, los españoles pagan hoy un 17,96% más caro el pan que hace un año, mientras que los europeos sólo han sufrido un incremento del 9,65%, casi la mitad que el nuestro. Si la comparación se hace sobre las prendas de vestir, los resultados son incluso más alarmantes. El aumento de los precios de la ropa en nuestro país ha triplicado el de la media de la eurozona: 18,19% frente al 5,96%. En el caso del calzado la diferencia «sólo» es el doble.
Si alimentos y transporte se han llevado el papel protagonista, los servicios merecen el galardón al mejor incremento secundario.Los precios del suministro de agua han casi duplicado el aumento sufrido en la zona euro. Situación similar ha vivido el coste del alquiler de vivienda (aumento del 16,37% en España frente al 7,65% de sus socios). Pero no todo iban a ser sacrificios para los españoles. En algunos productos y servicios, es verdad que en muy pocos, España puede presumir ante los otros catorce socios de la Eurozona de haber hecho mejor los deberes. Es el caso de la electricidad, los productos médicos y los productos farmacéuticos, donde las bajadas de precios han llegado hasta el 18,44%, mientras en Europa subían un 3,5%.


LA RAZÓN, Domingo 20 de enero de 2008

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