martes, 29 de junio de 2010

El gas se queda fuera del pacto energético con una subida del 8,1%

ELMUNDO.es Europa Press
Madrid.- El precio del término variable de la Tarifa de Último Recurso (TUR) del gas natural subirá a partir del 1 de julio a 4,195 céntimos por kilovatio hora (kWh) para los consumidores de la Tarifa T2, los hogares con calefacción a gas, lo que supone un incremento del 8,1% con respecto al del trimestre anterior.
Además, el precio recogido en la revisión de la TUR es antes de impuestos, por lo que no incluye el incremento en el IVA del 16% al 18% que se aplicará en julio.
Esta subida del gas se conoce días después de que el Gobierno pactara con el Partido Popular no aplicar la subida de la tarifa de la luz prevista también para julio, y es el segundo incremento del gas en lo que va de año. En abril, esta tarifa subió un 4,15% en el término variable.
La publicación hoy de la revisión en el Boletín Oficial del Estado ha coincidido con la convocatoria para mañana de una reunión entre el ministro de Industria, Miguel Sebastián, y el coordinador de Economía del Partido Popular, Cristóbal Montoro, "para avanzar en la negociación sobre un pacto de Estado de energía".
El usuario de tarifa T2 tiene un consumo de entre 5.000 y 50.000 kWh al año, y su tarifa a término fijo se queda estable en 7,84 euros.
Por su parte, para los consumidores de la T1, quienes gastan menos de 5.000 kWh al año (viviendas con gas generalmente destinado a cocina o calentador de agua), el término variable experimentará una subida del 7%, hasta 4,759 céntimos por kWh.
En la anterior revisión, Industria aplicó una subida del 3,6% a los clientes de la T2.
EL MUNDO, Jueves 30 de junio de 2010

domingo, 27 de junio de 2010

El 60% de los híper asumirá el alza del IVA

El Corte Inglés, Alcampo e IFA no aclaran qué harán. El Gobierno prevé ingresar 1.900 millones más con la subida del 1 de julio
A.M.VELEZ - MADRID
Casi el 60% de los principales supermercados e hipermercados españoles (de acuerdo con su cuota de mercado) se esforzará para no trasladar a sus clientes el incremento de dos puntos en el IVA que entra en vigor el próximo jueves, 1 de julio. El aumento del impuesto (el tipo general pasa del 16% al 18% y el reducido, del 7% al 8%) es una de las primera medidas adoptadas por el Gobierno para reducir el déficit. Con la subida se espera ingresar unos 5.100 millones, de ellos, 1.900 millones en este año.
El impacto del esfuerzo de los híper al asumir el aumento del IVA es difícil de precisar. Y no está claro si las cadenas van a mantenerlo a lo largo del tiempo. Lo más probable es que vayan repercutiendo progresivamente el alza fiscal.
La última enseña en anunciar que va a asumir el incremento impositivo ha sido Eroski, pero ya ha advertido de que sólo lo hará durante un mes. El grupo vasco devolverá el equivalente al aumento del impuesto a sus clientes hasta el 31 de julio, a través de vales de descuento que les entregará al pasar por caja, en función de los alimentos adquiridos. El coste que deberá asumir la empresa con esta promoción será de unos 5,6 millones, según la propia compañía.
En el caso de Carrefour, primer grupo del sector en España con una cuota del 17,7% (además de esa enseña, controla la cadena Día), no repercutirá la subida "como criterio general", según dijo en marzo pasado su director general en España, Noël Prioux. No obstante, la empresa ya ha advertido de que habrá excepciones en productos en los que, por sus bajos márgenes, tendrá que trasladar el alza.
La alemana Lidl, especializada en el segmento de bajo coste, se ha comprometido ante notario a asumir el alza en un surtido de más de 1.000 referencias de marcas propias y fabricantes líderes. Mercadona, por su parte, fue la primera cadena que se comprometió a absorber el alza. Eso sí, lo hará "en la medida que seamos capaces de lograr nuevos ahorros de costes", según dijo en marzo pasado su presidente, Juan Roig.
La subida del IVA, que coincide con el inicio de las rebajas de verano, llega en un momento muy complicado para el consumo, en general, y para el sector, en particular. Las empresas de distribución llevan dos años inmersas en una feroz guerra de precios que se originó después del estallido de la recesión y tras los espectaculares encarecimientos de algunos alimentos en 2008. A costa de erosionar sus márgenes (y de apretar a sus proveedores), las cadenas han ajustado sus precios para retener clientes y han apostado por los productos de marca blanca (más baratos) y, en algunos casos, por el cierre de centros no rentables.
Entre las empresas que todavía no han aclarado cuál será su postura a partir del jueves, están algunos de los principales grupos de distribución, como IFA, El Corte Inglés y Alcampo, cuya cuota de mercado en alimentación al cierre de 2009 era del 13,1%, del 4,5%, y del 3,4%. Hace un mes, el director de compras de gran consumo de El Corte Inglés, José Ignacio Caballero, pidió que el sector ponga fin a la guerra de precios que libra para no dañar más sus cuentas: "¿Hasta cuándo vamos a estar así? ¿Estamos locos?", se preguntó Caballero.
Petición de FIAB
La no repercusión de la subida al cliente tendrá efectos en toda la cadena alimentaria, empezando por los fabricantes. La Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) ha pedido que se garantice "el cumplimiento de la legislación fiscal y las normas de defensa de la competencia por parte de la distribución".
El año pasado, la Comisión Nacional de la Competencia multó a esta patronal por realizar recomendaciones colectivas para elevar los precios en 2008. Las dos grandes patronales de la distribución, Anged y Asedas, han evitado pronunciarse sobre la estrategia a seguir con la subida del IVA, que consideran inoportuna.
Tres gravámenes
4% Tipo superreducido
Grava el consumo de alimentos básicos como el pan, la fruta o los huevos, así como los libros, el material escolar, los medicamentos o las VPO. Este es el único gravamen que no se toca.
8% Tipo reducido
Hasta ahora, está en el 7%. Se aplica a la compra de todos los alimentos (excepto los básicos que se incluyen en el súper reducido), las viviendas, el transporte, la hostelería, la asistencia social o sanitaria o los servicios culturales y de espectáculos.
18% Tipo general
Ahora está en el 16%. Se aplica a todas aquellos bienes u operaciones para los que no está previsto otro tipo impositivo
PÚBLICO, Lunes 28 de junio de 2010
Imagen: Público

lunes, 29 de marzo de 2010

La 'comida basura' es tan adictiva como el tabaco o las drogas, según la revista Nature

EFE
La comida de alto contenido calórico puede ser tan adictiva como el tabaco o las drogas, según un estudio con ratas de laboratorio publicado en la revista científica Nature.
Aunque el descubrimiento no puede ser trasladado directamente a la obesidad en humanos, demuestra que un exceso de consumo de "comida basura" puede provocar respuestas adictivas en el cerebro.
Esto es lo que les sucedió a las ratas con las que se experimentó el estudio, a las que se les comenzó a dar comida basura y que acabaron convirtiéndose en comedoras compulsivas.
Experimentos con ratas
Se sabe en efecto que a los adictos se les debilita la capacidad de activación de los circuitos cerebrales responsables del recuerdo de sus experiencias positivas, ya que dejan de desempeñar esas actividades por la gratificación que reciben de ella, sino que lo hacen de manera adictiva.
Para la investigación, un equipo del Scripps Research Institute de Florida (Estados Unidos) encabezado por Paul Kenny, midió la sensibilidad de las ratas a ese tipo de experiencias.
Cuando los científicos ofrecían a las ratas comida de alto contenido en calorías como beicon, salchichas o pasteles, junto a comida más sana -aunque menos apetecible- que forma parte de su dieta habitual, los animales optaban por la primera y engordaban así rápidamente.
Comían pese a las descargas
Su sensibilidad al recuerdo de experiencias positivas también cayó en picado como les ocurre a los adictos a las drogas. Este debilitamiento de la respuesta a los recuerdos agradables persistió durante al menos dos semanas después de que dejaran de ingerir "comida basura".
Un auténtico adicto, bien sea rata o bien humano, consume la sustancia causante de la adicción compulsivamente incluso cuando es claramente perjudicial para su salud.
Para desarrollar el estudio, los científicos adiestraron a las ratas para que dejasen de comer cuando una luz se encendiese porque, en caso de no hacerlo, recibirían descargas eléctricas en sus extremidades. Las ratas de peso normal dejaban de comer al encenderse la luz incluso cuando se las tentaba con la más apetitosa "comida basura", pero las obesas, acostumbradas a ingerir este tipo de comida, seguían comiendo.
Alto contenido calórico
El estudio también revela un descenso en los niveles de un específico receptor de dopamina en las ratas con sobrepeso, fenómeno que también se da en los humanos adictos a drogas.
Los científicos disminuyeron artificialmente los niveles del receptor de dopamina en otro grupo de ratas, lo que aceleró su pérdida de sensibilidad al recuerdo positivo cuando se les suministraba una dieta de alto contenido calórico.
20 MINUTOS, Lunes 29 de marzo de 2010

jueves, 18 de febrero de 2010

Anuladas por “abusivas” trece cláusulas bancarias

N.CARRETERO
Trece cláusulas que las entidades Santander, BBVA, Bankinter y Caja Madrid aplicaban en sus contratos de tarjetas de crédito, hipotecas y préstamos, fueron ayer declaradas “abusivas, desproporcionadas y confusas” por el Tribunal Supremo, en una sentencia fruto de un recurso interpuesto por la OCU. Las condiciones quedan, por tanto, declaradas nulas, entre ellas la que obligaba al propietario de una tarjeta robada a asumir los posibles fraudes que se cometieran con ella. También ha sido anulada la prohibición de vender el bien que garantiza la hipoteca.
CONDICIONES QUE EL SUPREMO HA SUPRIMIDO
1. Comisiones.
Anulada la cláusula que impide conocer qué comisiones se van a cobrar y la que obliga a hacerse cargo de los gastos que supongan un proceso judicial.
2. Responsabilidades. Sin validez la responsabilidad del cliente en caso de que alguien falsifique un cheque y lo cobre y la que exime a la entidad si el cajero no funciona.
3. Rescisiones. Anulada la cláusula por la que la entidad podía rescindir una hipoteca por cualquier causa o la que eximía al banco de los fallos en contratos por motivos informáticos.
4. Robos o extravíos. Hasta ahora estas entidades no tenían responsabilidad en caso de robo o extravío de la tarjeta antes de la notificación. Ahora, este punto ha sido declarado nulo.
PRÉSTAMO E HIPOTECAS
Se podrán arrendar las fincas hipotecadas.
El Supremo ha declarado abusiva la prohibición de arrendar las fincas hipotecadas, aunque admite que esto puede disminuir el valor del inmueble.
Compensar deudas de un mismo cliente.
En cuanto a préstamos, queda anulada la condición por la que se podían compensar deudas de clientes con saldos positivos de otros de sus productos.
QUÉ!, Jueves 18 de febrero de 2010

lunes, 15 de febrero de 2010

Cómo saber qué engorda por su etiqueta

Beatriz Muñoz – Madrid
Confusión. Éste es, sin duda, el calificativo que mejor define a las etiquetas que aparecen en cualquier producto. Demasiados términos, cifras descompensadas y, sobre todo, dificultad a la hora de poder interpretarlas y sacar algo claro. Esta situación se vuelve todavía más complicada cuando el consumidor va en busca de alimentos para perder peso o que, en su defecto, contengan pocas calorías y grasas. Pero, ¿en qué hay que fijarse y qué elementos nos dan la clave de que se está eligiendo bien? Según explica Emma Ruiz Moreno, directora de proyectos de la Fundación Española de Nutrición (FEN), el orden de elementos más importante reside en “energía, macronutrientes como proteínas, hidratos de carbono y grasas, micronutrientes como vitaminas y minerales y fibra. Sin embargo, la calidad la da el equilibrio entre ellas, y a que, aunque a priori tenga pocas calorías, si la grasa en básicamente saturada o tiene mucho sodio, el producto no es tan saludable”. Por tanto, la medida más sencilla reside en conocer qué hay detrás de los elementos que aparecen en una etiqueta.
1.- CALORÍAS
Corresponden al aporte energético que posee un producto. Para Susana Santiago Neri, dietista – nutricionista y miembro del Instituto de Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Navarra (Icaun), “es preciso distinguir entre los denominados alimentos light para los que, según la legislación vigente, se contemplan tres categorías; si aparecen como “bajo valor energético”, el producto debe aportar menos de 40 calorías por cien gramos de producto sólido o 20 calorías por cien mililitros si se trata de uno líquido. Si en la etiqueta pone “valor energético reducido” corresponde a los líquidos con menos de cuatro calorías”. En el caso de que se trate de productos que están destinados para las dietas de control de peso, la legislación establece, según Santiago, que “los sustitutivos de una comida deben aportar entre 200 y 400 calorías”.
2.- GRASAS
La cantidad y la calidad son la clave para identificar cuál es la más indicada. Por ejemplo. las saturadas y parcialmente hidrogenadas o “trans” son las más nocivas por su directa vinculación con las patologías cardiovasculares. Sin embargo, las poliinsaturadas como las del aceite de oliva con las más beneficiosas para la salud. Según la doctora Joima Penisello, presidenta de la Fundación para el Fomento de la Salud (Fufosa), “hay que evitar los alimentos preparados con grasas que se sospeche que pueden ser hidrogenadas, escondidas habitualmente bajo el término de vegetales”. Aunque no tiene un carácter obligatorio, muchas empresas han optado por incluir en el etiquetado el concepto de cantidad diaria orientativa (CDA). Según Santiago, “para una ingesta diaria de energía de 2.000 calorías, se ha establecido una CDA de 70 gramos de grasas al día y 20 gramos de saturadas”. Actualmente, los límites establecidos son, tal y como explica la experta, “bajo contenido en grasa”, si el producto “no contiene más de tres gramos por cada cien en el caso de los sólidos o 1,5 gramos por cada cien mililitros si se trata de un líquido”. Si aparece bajo la denominación “sin grasa”, el producto “no debe tener más de 0,5 gramos”, añade. Y, en el caso de “bajo contenido en grasas saturadas”, lo establecido está en “si la suma de ácidos grasos saturados y de ácidos grasos trans en el producto no es superior a 1,5 gramos por cada cien gramos para los productos sólidos y a 0,75 gramos por cien mililitros para los líquidos. En cualquier caso, la suma de ácidos grasos trans no deberá aportar más del diez por ciento del valor energético total”, advierte Santiago.
3.- AZÚCAR
En la mayoría de los productos destinados para perder peso se suele sustituir el azúcar por edulcorantes. Sin embargo, Ruiz advierte de que “aunque no aporte calorías, si lleva fructosa, que es un monosacárido como la glucosa, tendría las mismas calorías”. Pese a que el límite es de 90 gramos al día, Santiago insiste en que si en la etiqueta aparece “sin azúcares”, el producto “debe contener menos de 0,5 gramos por cada cien gramos o cien mililitros”. En cuanto a la denominación “bajo contenido en azúcares”, el límite se halla en “cinco gramos en el caso de los sólidos y 2,5 gramos si se trata de un líquido”. En el caso de que en la etiqueta aparezca “sin azúcares añadidos”, conviene saber que sólo se puede establecer cuando, según Santiago, “no se ha añadido ningún tipo de azúcar ni ingrediente con el fin de endulzar el producto”.
4.- COLESTEROL
Al no estar catalogado como un nutriente esencial, no es obligatorio que aparezca en el etiquetado. Sin embargo, “la cantidad que ingerimos normalmente es del orden de miligramos, por lo que su contribución energética no es significativa (un gramo de grasa aporta nueve calorías). Sí que es cierto que se recomienda una ingesta promedio de aproximadamente 300 miligramos al día, por el riesgo cardiovascular asociado a su ingesta excesiva”. Aunque en ningún caso es recomendable una dieta rica en colesterol, Ruiz advierte de que la clave para reducirlo reside en disminuir “los ácidos grasos saturados y grasas trans”.
5.- SODIO
Pese a que su ingesta no engorda, su abuso se puede convertir en el principal enemigo de unos niveles de tensión adecuados. Preside desde todo tipo de embutidos, snacks y conservas. Por ello, según Ruiz “las recomendaciones actuales se sitúan en 6 gramos al día”. Los límites que ha marcado la legislación en cuanto a su presencia en el etiquetado son: “ si aporta menos de 0,12 gramos por cada cien gramos estamos ante un producto con bajo contenido en sodio. Si aparece la denominación muy bajo contenido en sodio, significa que no supera los 0,004 gramos por cien miligramos. Por último, cuando se supone que el producto no contiene sodio, el límite máximo está en 0,005 gramos”.
6. – FIBRA
Es el producto estrella de cualquier alimento para controlar la línea o para mejorar el tránsito intestinal. Sin embargo, “la mayoría contienen una mezcla de dos tipos de fibra, pero algunos destacan por contener más proporción de uno de ellos”, aclara Ruiz. Teniendo en cuenta la legislación, para que en la etiqueta aparezca el término fibra “debe aportar como mínimo seis gramos por cada cien, o tres por cada cien calorías”, explica Santiago. Asimismo, continúa la experta “también se admite la declaración fuente de fibra en el caso de que aporte como mínimo tres gramos por cada cien o 1,5 por cien calorías”. Para saber cuál es la más adecuada para cada persona, conviene tener en cuenta “el efecto fisiológico que se desee conseguir. Así, la insoluble es más efectiva para combatir el estreñimiento, mientras que la soluble contribuye a controlar la glucosa y el colesterol”, concluye Santiago.
Luz y taquígrafos
Miguel Ángel Almodóvar
La claridad y la precisión del etiquetado de los alimentos ha mejorado en los últimos años, pero aún queda camino por recorrer. Para empezar, siempre convendría que las cantidades se referenciaran respecto a la Cantidad Diaria Recomendada (CDR). La energía, expresada en kilocalorías, y cuya cantidad depende del sexo, la edad y la actividad física habitual, debiera provenir en un 55 por ciento de hidratos complejos, el 30 por ciento de grasas y el 15 por ciento de proteína; éstas, las proteínas, entre 0,7 y 0,8 gramos diarios por kilo de peso; la fibra, sabiendo que el organismo necesita entre 25 y 30 gramos al día; vitaminas y minerales, todo un mundo; y grasa, que en el etiquetado suele ser la madre del cordero, ya que aún se admite el eufemismo de “grasa vegetal”, para encubrir saturadas grasas de palma y coco. El capítulo final, el de los aditivos, suele ser de matrícula de honor, porque a veces esconden sustancias tan preocupantes y adictivas como el glutamato monosódico.
A TU SALUD – LA RAZÓN, Domingo 14 de febrero de 2010

Comer bien: menos sal, mejor salud

CARMEN IBÁÑEZ
NUTRICIONISTA DE SALUD PÚBLICA

La sal ha sido importante siempre, moneda de cambio como demuestra la palabra salario. Muchas veces hemos oído: “La sal de la vida” para expresar un sentimiento de placer y plenitud, es un reflejo de algo bueno, pero sin engañarnos, la sal siendo necesaria, no hay que usarla de forma desmedida.
Por el tipo de alimentación, los españoles empleamos unas dosis de sal altas, demasiado altas. Son habituales los alimentos sabrosos; frutos secos, patatas fritas, embutidos, fritos de todo tipo. La sal no sólo está presente en las comidas, también cuando tomamos un aperitivo, una bebida, refresco o copa de vino o licor, siempre hay una tapa o un pequeño platito acompañante a la bebida, generalmente salado.
La sal común, químicamente está compuesta de cloro y sodio, formando cloruro sódico, muy abundante en el agua del mar. En el organismo la sal está en disolución, no forma cristales, y participa activamente junto con el potasio en el equilibrio de los líquidos del cuerpo, permitiendo el intercambio sodio – potasio entre células de los tejidos y el líquido interticial circundante. Si nosotros mantenemos buenos niveles de potasio, podemos disminuir la ingesta de sal con los alimentos, no añadiendo sal extra sino tomando solo la contenida en los mismos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha promovido una participación voluntaria por parte de los gobiernos de los distintos países, a través de los institutos de salud pública y sectores de la industria alimentaria, para reducir el contenido en sal de distintos alimentos con un alto índice de ingesta en la población mundial. El consumo habitual de sal en la mayor parte de la población adulta excede de los 10 gramos por persona y día.
En España, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) puso en marcha un Plan de Reducción del Consumo de Sal, en marzo de 2009, cuyo objetivo era acercar a la población a una ingesta de sodio próxima a las recomendaciones diarias de la OMS para este elemento y que estaban en menos de 5 gramos por persona al día. El consumo medio de sal en España es de 9,7 gramos, casi el doble de la cantidad recomendada.
Los resultados obtenidos a principios de este año en distintos estudios en países como Reino Unido, Italia, Japón, Países Bajos o Estados Unidos, aportan evidencias que establecen una relación directa entre el consumo alto de sal en la dieta y un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, ictus e hipertensión.
Una reducción en el consumo de sodio en la dieta de 5 gramos supondría un descenso de alrededor de 3 millones de episodios cardiovasculares cada año en todo el mundo. La OMS estima que el 62 por ciento de las enfermedades cerebrovasculares y el 49 por ciento de la enfermedad isquémica cardiaca se pueden atribuir a presiones arteriales altas. En el Reino Unido se ha estimado que una reducción del consumo de sal en la población de 3 gramos al día supondría una disminución en la presión arterial suficiente para evitar 11.000 muertes por isquemia cerebral y 7.700 por infarto.
Alimentos procesados
La reducción en el consumo de sal es una de las formas más sencillas, eficaces y baratas de disminuir la prevalencia de las patologías cardiovasculares. Un estudio realizado por la OCU, encargado por AESAN, ha determinado que los alimentos que más sal aportan a la dieta de los españoles son los embutidos, pan y panes especiales, lácteos y derivados y los platos preparados. Con estos resultados podemos determinar que aproximadamente el 75 por ciento de la sal consumida procede de los alimentos procesados. Se conoce como sal oculta en los alimentos y el comensal no sabe cuánta ingiere.
Para conseguir mejorar los niveles de consumo, es necesario que la población colabore; un mejor conocimiento de la cantidad de contenidos en los alimentos en su etiquetado, es decir, una regulación más estricta; campañas de sensibilización para promoción de la salud y el impulso por parte de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria de actuaciones similares a la llevada a cabo con la reducción paulatina del contenido de sal en el pan en un 26,4 por ciento consiguiendo así que el pan que se adquiera actualmente en España sea uno de los más bajos en contenido en sodio de la UE.
Aunque para muchas personas una disminución de la ingesta de sal puede suponer un sacrificio, si son constantes, además de ganar en salud, terminarán descubriendo un nuevo mundo de sabores naturales en los alimentos, sin sal añadida. La experiencia merece la pena.
PAUTAS
Procurar no sazonar los alimentos con sal, o con la menos posible, estos ya contienen la suficiente y el organismo no necesita mucha más.
También podemos utilizar pimentón, cebolla y/o ajo finamente picado o simplemente en polvo, para espolvorear alimentos como carne, pescado, pollo o legumbres y hortalizas.
Evitar salazones y ahumados.
Evitar embutidos y carnes muy curadas.
Elegir alimentos frescos o congelados, evitando las conservas.
Consumir frutos secos tostados o crudos sin sal.
En alimentos preparados comprobar el contenido en sal, elegir siempre aquellos con reducción de la misma.
Cuidado con las margarinas, algunas con altos contenidos en sal.
Los cereales muesli y all-bran, con bajas cantidades de sal.
Emplear salsas con bajo contenido en sodio.
ABC – SALUD, Sábado 13 de febrero de 2010.

miércoles, 10 de febrero de 2010

La bella...y la bestia

DANIEL MÉNDEZ
El dicho “comer con los ojos” tiene, como todo el refranero popular, su base científica. Cuando nos inclinamos por el alimento con mejor aspecto, respondemos a lo que en la jerga de la cata se conoce como “fase visual” – un primer instinto -, a la que siguen las fases olfativa y gustativa. Pero la importancia cada vez mayor de los aspectos externos (presentación, apariencia, uniformidad, madurez, frescura) responde también a un requerimiento del mercado. Un reciente informe de la FAO explica que la prioridad “visual” se ha incrementado al mismo tiempo que aumentaban los supermercados y las grandes superficies. En los sistemas de autoservicio, frente a las pequeñas tiendas con dependientes, el producto debe “autovenderse” y aquel que no es seleccionado represente una pérdida para el comerciante. De ahí que su aspecto sea determinante.
Sin embargo, puede que la manzana más imperfecta tenga mejores cualidades alimenticias que la versión “bonita” y que sepa mejor; y, desde luego, contiene muchos menos elementos contaminantes o potencialmente dañinos para el organismo, como restos de pesticida o abonos químicos: porque la versión menos “atractiva” es fruto (nunca mejor dicho) de la agricultura ecológica.
Ahora bien, ¿por qué tiene peor aspecto? El biólogo y nutricionista Javier Arocena matiza incluso la pregunta. “La fruta ecológica no es que tenga peor aspecto porque sí. Lo que ocurre es que la fruta no ecológica, al tener mucha más agua – lo cual acelera el enmohecimiento -, es tratada con productos químicos que hacen que dure más. Si no fuera por los conservantes, esa fruta se pudriría antes”. Pero no es sólo una cuestión de conservación; se trata también de lograr uniformidad dentro del lote de frutas y verduras, que la manera en vayan a ser presentados resulte irresistible a los ojos. Así, para conseguirlo, los tomates se tratan con etileno suplementario. La maduración de los frutos es iniciada por el etileno que ellos mismos producen, pero para acelerarla y controlarla se incrementa el etileno. Para lograr que además brillen, se emplean ceras para el recubrimiento en poscosecha. Estas ceras no sólo proporcionan brillo, sino un control de pérdida de peso, por lo que retrasan el envejecimiento de la fruta. Hay varias fórmulas, pero suelen combinar polietileno, carnauba y goma laca. Todos estos productos están autorizados dentro de las directivas de aditivos alimentarios, pero su sola enumeración ya resulta inquietante.
¿Tiene el fantástico aspecto de la fruta que nos venden en el supermercado alguna repercusión que pueda afectar a nuestra salud? La respuesta no es clara. No hay ninguna investigación que vincule directamente las frutas y verduras industriales con una enfermedad, pero la mayoría de los estudios realizados se inclina por las ventajas de los productos ecológicos: “Son más saludables”, explica María José Frutos, profesora de tecnología agroalimentaria de la Universidad Miguel Hernández de Elche, “porque tienen menos productos potencialmente tóxicos, en muchos casos ha habido un incremento nutricional (de vitamina C, por ejemplo) y poseen compuestos fenólicos, que son antioxidantes y aminoácidos esenciales”.
Hay, además, algunos datos que avalan las ventajas de una alimentación basada en productos bio. En un convento se proporcionó a algunas monjas, durante ocho semanas, una dieta ecológica, manteniendo la alimentación normas para las demás. Las primeras mostraron un mayor bienestar físico y una mayor resistencia a enfermedades. En otro estudio se alimentó a madres recientes con alimentos ecológicos durante cinco meses y registraron un marcado incremento de ácidos grasos insaturados (omega – 3s y ALC) en su leche materna.
Además de las ventajas para la salud, uno de los aspectos que más inciden en la decisión de compra es la huella medioambiental de los cultivos ecológicos. La agricultura ecológica contribuye a la biodiversidad y minimiza el impacto humano, y eso inclina a muchos a su consumo. Ahora bien, si todo son ventajas, ¿por qué el consumidor no se lanza en manada a por productos con la etiqueta bio? El mayor freno es el precio: un estudio elaborado en la Universidad del País Vasco muestra que estamos dispuestos a pagar hasta un 25 por ciento más; sin embargo, los autores sostienen que esa diferencia oscila entre el 45 y el 55 por ciento, lo que supone un freno a la hora de ofrecerse como alternativa a la agricultura convencional. Hay varios motivos que explican esta diferencia: se ha comprobado, por ejemplo, que durante los primeros meses del “transvase” de menos intensivos a procesos ecológicos, el terreno pierde entre un 10 y un 15 por ciento de su rendimiento. “No obstante con el tiempo, esta tendencia se invierte”, subraya Fernando Vilches, gerente de la Asociación Profesional de Productores y Elaboradores de Madrid (Apreco). El suelo necesita tiempo para recuperar su equilibrio, pero ésa no es, según Vilches, la razón principal. El elemento clave es el canal de distribución. Las grandes superficies tienden a mostrar una mayor diferencia de precio entre productos orgánicos y convencionales: un estudio en Córdoba mostró que en el caso de la cebolla llegaba a implicar una diferencia del 575 por ciento. Esta diferencia es muchísimo menor si acude directamente al productor. No sólo se ahorra gastos de intermediarios, sino que también evita pagar por los intereses creados para favorecer la producción industrial. Eso sí, no espere que las manzanas brillen.
Dejarse tentar por una manzana
La fruta de producción industrial se almacena largas temporadas para que esté disponible todo el año. En ese periodo, manzanas y peras sufren pérdida de peso y alteraciones fúngicas (hongos). Para evitarlo se utilizan químicos; los más usados, imazalil y tiabendazol.
Para que brillen, se rocían con ceras.
La fruta ecológica es de temporada. No tiene poscosecha y en la precosecha no se usan químicos. Las manzanas ecológicas tienen hasta un 50 por ciento más de metabolitos con efectos antioxidantes y antimicrobiales.
Presentan defectos de epidermis. Se considera grave se superan los dos centímetros.
Las peras que aguantan la respiración.
El proceso de conservación de la fruta en el frigorífico es determinante. Disminuyendo la proporción de oxígeno en el aire de la cámara, disminuye el ritmo de “respiración” de la fruta, y ello permite prolongar el tiempo. Un método es reducir el oxígeno a un uno por ciento, reemplazándolo con nitrógeno y manteniendo constante el CO2.
El deterioro de las peras ecológicas es tan natural como su maduración, pero en su cultivo, como alternativa a los fungicidas químicos, se usan aliados naturales: sales de cobre, preparados de azufre, productos a base de extractos de plantas, lecitinas de soja, bacterias, hongos y virus (aislados del medio natural) que atacan a los hongos patógenos.
No sólo de patatas vive el hombre
Desde hace años, han logrado que sean más baratas y atractivas. ¿Por qué? Se cultivan en terrenos arcillosos en vez de arenosos, lo que favorece que tengan un aspecto uniforme, aunque pierdan gran parte del sabor.
Además, se una nitrógeno para acelerar su crecimiento, lo que reduce el almidón. Por debajo del 10% sin insípidas.
La patata es un producto básico, pero en su producción se emplean muchos plaguicidas; por eso el prestigioso Environmental Working Group, tras 43.000 pruebas de detección de plaguicidas, lo considera uno de los siete productos a consumir en versión ecológica. Los otros: lácteos, carnes, tomates, café, manzanas y semillas.
PROYECTO MELONOMICS. En busca del melón perfecto
La normativa europea que regula la producción y elaboración de alimentos ecológicos veta el uso de semillas y otros componentes genéticamente modificados. No obstante, hay quien considera que esto podría llegar a cambiar. Desde la fundación Genoma España se promueven diversas investigaciones que analizan la información genética de productos como el tomate, la uva o el meón. Emilia Gómez, directora de proyectos de la institución, explica sus objetivos: “Tratamos de conocer los genes relacionados con los caracteres que nos interesen, como el sabor o la resistencia a niveles microbianos. Nuestras investigaciones, aunque no están directamente orientadas al cultivo ecológica, comparten con ellos muchos elementos, como puede ser la búsqueda de especies abandonadas”. Almudena Lázaro, investigadora del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural Agrario y Alimentario (Imidra), que participa en el proyecto Melonomics, auspiciado por la fundación Genoma, incide en este sentido. “Nosotros trabajamos con variedades del melón que se utilizaban en España cuando la agricultura era ecológica sin saberlo, antes de la industrialización que trajo la llamada “revolución verde”. Y explica que en los bancos de semillas que utilizan se conservan muchas especies, recogidas de pueblo en pueblo, a las que a menudo recurren los productores ecológicos.

PARA SABER MÁS.
www.ec.europa.eu/agriculture/organic/home_es. Página de la UE sobre agricultora ecológica.
www.vivelaagriculturaecologoca.com Web del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.


XL SEMANAL – ABC – Del 7 al 13 de febrero de 2010

jueves, 14 de enero de 2010

A golpes de beneficio fiscal

SARA O. DE URIARTE
El anteproyecto de la Ley de Economía Sostenible que ha propuesto el Gobierno para favorecer el desarrollo económico está siendo polémico. El episodio más reciente y que ha enfrentado a varios sectores ha sido el referente a las webs de descargas ilegales.
En el apartado de fiscalidad en la vivienda también se proponen cambios que entrarán en vigor en enero de 2011. Se trata de una modificación en los impuestos para reactivar el mercado y absorber el stock.
La medida más importante, y también impopular, consiste en la eliminación de la deducción por la compra de vivienda, decisión que fue tomada antes del verano.
El objetivo es intentar adelantar la decisión de compra de aquellos que pudieran perder la desgravación en el futuro, lo que podría ralentizar el ajuste del sector para desplazarlo en el futuro.
Un ajuste lento
Pese al impulso que se espera que traigan los beneficios fiscales (que obtendrán propietarios, inquilinos en alquiler y aquellos que vayan a reformar su casa), el ajuste inmobiliario tardará en completarse.
Las medidas para liquidar el stock de viviendas por vender y este tipo de cambios regulatorios en el sector pueden servir par estimular el ritmo de ajuste.
Favorecer vivir de alquiler, por ejemplo, permitiría alcanzar una proporción de pisos en alquiler razonable así como una nueva situación similar a la de países de nuestro entorno.
MEDIDAS TRIBUTARIAS.
Compra de vivienda – La deducción por compra de vivienda habitual en el IRPF se elimina para todas las rentas con una base imponible superior a los 24.107 € y se mantiene íntegra para aquellas por debajo de los 17.707 €. También habrá deducción para las rentas incluidas entre estas dos bases, aunque será gradual. Esta modificación afectará a 323.000 contribuyentes, y a través de ella Hacienda dejará de devolver 232 millones de euros anuales.
Alquiler (propietarios) – La reducción en las rentas de arrendamiento, que pasa del 50% al 60% beneficiará a 702.000 propietarios. Hay una reducción de 35 a 30 años en la edad del arrendatario a efectos de la exención del 100% de las rentas de alquiler. Esta medida tendrá un coste de 85 millones de euros.
Alquiler (inquilinos) – Si el arrendatario posee una renta inferior a 17.707 €, se podría deducir el 10,05% de los pagos hasta un máximo de 9.040 €. Aquellos que superen los 24.107 € podrán aplicarse una deducción parcial. Esta medida costará 20 millones de euros.
Reformas en el hogar – Se establece una deducción del 10% para los que acometan obras relacionadas con la eficiencia energética, el uso del agua o la adaptación para personas con movilidad reducida. Las limitaciones de ingresos para poder disfrutarla serán las mismas que en las medidas anteriores. La base máxima anual será de 3.000 €. Además, el límite máximo plurianual por vivienda será de 10.000 €.
UN PRECEDENTE EN EE.UU
Hay varias voces que afirman que el Gobierno podría recular al eliminar la desgravación en 2011. Esta hipótesis se vio confirmada en EE.UU: el Gobierno norteamericano aprobó a principios de año una desgravación de 8.000 dólares para la compra de primera vivienda (con una exención temporal de enero a noviembre de 2009); el Senado aprobó posteriormente la extensión de esta desgravación hasta abril de 2010. La efectividad de estos anuncios depende en gran parte de la credibilidad que le otorguen los compradores.

20 MINUTOS, Jueves 14 de enero de 2010

miércoles, 13 de enero de 2010

Comemos fuera, y cada vez peor

FRANCESCO MANETTO
Comer en casa más a menudo o elegir un menú equilibrado cuando salimos, llenar la cesta de la compra de hortalizas y aceite de oliva, renunciar a picar entre horas, en definitiva, reflexionar antes de realizar cada una de las decenas de acciones cotidianas relacionadas con la alimentación. Se trata de algo más que buenos propósitos para empezar el año. Son unas pautas más que nunca necesarias, en opinión de los expertos, ante las malas prácticas y el suspenso de los españoles en consumo alimentario.
Las alarmas de nutricionistas e instituciones ya han saltado. Mientras la crisis financiera hace mella en los hábitos de compra de las familias medias, los estudios hablan claro. España se está alejando peligrosamente del patrón tradicional de la dieta mediterránea y encabeza las listas de países europeos donde más se incrementa el consumo fuera de casa. Más del 20% de nuestras salidas incluyen al menos una etapa en un bar o "una tapa", de acuerdo a los últimos datos del panel de consumo alimentario que publica el Ministerio de Medio Ambiente. Este observatorio, el más actualizado y completo, calcula que el año pasado "una tercera parte del gasto total en alimentación de los españoles", unos 90.000 millones de euros, se realizó fuera del hogar y que entre finales de 2008 y principios de 2009 se registraron 6.810 millones de "visitas individuales a establecimientos".
Lejos de considerar el consumo extradoméstico como una costumbre insalubre de por sí (se puede comer mejor en un restaurante que en casa, por supuesto), los analistas señalan más bien los hábitos y los inconvenientes que a menudo acompañan este consumo: las prisas, la irreflexión a la hora de pedir o la baja calidad de los productos.
Si entre las causas más frecuentes influye el trabajar lejos de casa, las consecuencias para la salud ya son más que evidentes y, a este ritmo, no auspician nada positivo. "Estos cambios ya nos han pasado factura. Sólo hace falta ver los índices de obesidad [más del 17%, según el INE] en la población", recuerda Susana del Pozo, directora de Análisis de la Fundación Española de Nutrición (FEN).
Se trata de datos preocupantes que se deben, entre otras cosas, a una falsa creencia radicada en la sociedad. "Los españoles creemos comer mejor de lo que en realidad comemos, lo que se convierte en un problema a la hora de convencer a la gente de que tiene que cambiar sus hábitos", apunta Geles Duch, nutricionista y responsable del Grupo de Apoyo Nutricional, entidad barcelonesa que organiza cursos de educación alimentaria, una disciplina que parece cada vez más necesaria si consideramos las conclusiones de la SEN en una valoración del comportamiento alimentario. "La dieta de los españoles se ha modificado notablemente en los últimos 40 años, alejándose del modelo tradicional de la dieta mediterránea, por lo que se deben diseñar estrategias que fomenten la alimentación saludable, comercialización y distribución", señala la investigación. "Todo ello sin olvidar el componente de placer de los alimentos, que se considera clave para mantener o recuperar los hábitos alimentarios".
"Aún es pronto para predecir qué ocurrirá con vistas al futuro
", prosigue Del Pozo, "pero sí es cierto que los profesionales, las administraciones, las asociaciones y los colegios están trabajando para que aumente la formación y la educación, sobre todo entre los más pequeños", para que las futuras generaciones estén más formadas en este ámbito y sean conscientes de lo que supone comer mejor.
Mientras tanto, queda cada vez más claro que en muchos contextos, sobre todo en las grandes ciudades, comer en casa se ha convertido en una excepción. Lo señala también un informe realizado por la consultora Nielsen. España se ha afianzado como uno de los países europeos donde es más habitual pedir un menú en un bar, y sólo es superada por Grecia y Portugal. "La mayoría de los españoles comen en restaurantes varias veces al mes, hasta el punto de que el 58% declara hacerlo como mínimo dos o tres veces". Según el estudio, la comida más frecuente fuera del hogar es el almuerzo, una costumbre que se aleja de la media mundial, ya que internacionalmente se opta sobre todo por la cena.
Se trata de una tendencia que choca sólo en apariencia con el frenazo de consumos debido a la crisis financiera. "En general, cada vez gastamos menos en alimentación. Tradicionalmente, casi el 50% de los gastos familiares se realizaban en este ámbito", explica Víctor J. Martín Cerdeño, economista, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y colaborador del panel de consumo alimentario del ministerio. "Ahora las cosas han cambiado. Uno de los aspectos más interesantes de los últimos años desde el punto de vista social y demográfico es la incidencia en el sector de la alimentación de la nueva configuración de los hogares", cuenta. Y es que los singles o los hogares con doble renta hacen que el mercado se mueva "a distintas velocidades" y que en él "coexistan muchas realidades".
Porque si por un lado ha bajado el gasto tradicional, castigado con toda su fuerza por el seísmo financiero mundial, "por otro se ha ido afianzando un segmento de consumidores más selectos". Es decir, no es nada raro acudir a un establecimiento de comida gourmet y encontrarlo lleno. Paralelamente, los núcleos familiares suelen elegir más productos de marcas blancas frente a las de los fabricantes. "Y todo esto ocurre en uno de los países tradicionalmente más marquistas de Europa", recuerda Martín Cerdeño. Este investigador señala también la inmigración como una de las causas que han revolucionado los mercados y la clásica oferta de productos. "Sólo hace falta entrar en un supermercado para ver géneros de fruta tropical que antes era muy complicado encontrar". Junto al creciente exotismo de la oferta se afianza también su heterogeneidad y asequibilidad. Un supermercado pone al alcance de todo el mundo cantidad de productos apetecibles que nada tienen que ver con la tradicional dieta mediterránea.
Para proteger su legado, hay asociaciones y autoridades que piden su inclusión en la lista de los patrimonios culturales de la Unesco. La barcelonesa Fundación Dieta Mediterránea, además, confirmó recientemente en la publicación británica Public Health Nutrition la tendencia generalizada de los países de la cuenca del Mediterráneo hacia el abandono de los hábitos alimentarios tradicionales. El estudio, que abarca la evolución de los últimos 40 años en 41 países, señala que "España es el cuarto país mediterráneo que más pierde en su dieta, después de Grecia, Albania y Turquía", y concluye que "es fundamental y prioritario preservarla como estilo de vida saludable, en su concepto más amplio, en las sociedades actuales".
Y es que, mientras no faltan estudiosos y médicos que afirman que el concepto mismo de dieta mediterránea es un mito, la simple adaptación a la realidad y a la oferta existente de unas costumbres saludables y del sentido común constituye una opción muy razonable.
La nutricionista Geles Duch, basándose en su experiencia de asesoramiento, recuerda que comer mejor es un reto alcanzable. "Hace unos 50 años, por poner un ejemplo, los alemanes comían mucho peor que España. Pero han hecho muchos esfuerzos por cambiar y, con el tiempo, han logrado mejorar su estilo alimentario", cuenta. En España, en cambio, se ha ido perdiendo el valor de la disciplina alimentaria que marcó a muchas generaciones. "Antes, en las familias se comía lo que tocaba. Ahora es mucho más complicado. Hoy se dan casos de familias en las que si se presentan verduras y pescado para cenar, estos productos son rechazados".
Si no hay fórmulas certeras para corregirnos de cuajo, la solución pasa por la actitud de cada uno. "Mucha gente quiere cambiar", prosigue Duch, "pero resultaría muy complicado volver a la pura dieta mediterránea". Lo más práctico consiste, pues, en amoldar nuestros hábitos alimentarios a la realidad y de la forma más sana posible. "Porque si es cierto que muchos productos son malos, también existen inventos buenos", recuerda. "La venta de algo tan sencillo como las bolsas de ensalada ha llevado a mucha gente a consumirla".
EL PAÍS, Miércoles 13 de enero de 2009
Imagen: El País

lunes, 11 de enero de 2010

Abusar de la "tele" mata

MARÍA VALERIO
MADRID.- Así de simple y así de espeluznante. Cada hora que pasamos sentados delante del televisor aumenta nuestro riesgo de sufrir un evento cardiaco, según una nueva investigación austaliana que añade nuevas evidencias sobre los peligros del sedentarismo. Y aunque el trabajo se centró en el hábito de ver la 'tele', los expertos advierten: cualquier comportamiento que implique pasar varias horas al día sentados pone en peligro nuestra salud cardiovascular.
Porque, como recuerda uno de los autores de este nuevo trabajo que se publica en la revista 'Circulation', David Dunstan: el cuerpo humano fue diseñado para moverse, no para estar sentado varias horas al día. El problema, como reconoce este especialista en Actividad Física del Instituto Baker de Victoria (Australia), es que "un montón de actividades de la vida diaria que requerían estar de pie y moverse se han transformado para que estemos sentados".
Así que, como alertan Dunstan y su equipo, muchos seres humanos se pasan la vida cambiando de una silla a otra a lo largo del día, sin ejercitar ni un sólo músculo. Por eso, en la investigación que acaban de dar a conocer, los riesgos del sedentarismo eran obvios incluso para individuos con un peso normal, independientemente de otros factores de riesgo.
Concretamente, el estudio evaluó a casi 8.000 individuos mayores de 25 años entre 1999 y 2006. En función de sus hábitos televisivos los dividieron en tres grupos: el de quienes veían la 'caja tonta' menos de dos horas diarias, entre dos y cuatro horas al día y, finalmente, quienes lo hacían más de cuatro horas.
Incluso con un peso normal
En esos siete años de seguimiento se registraron 284 muertes en la muestra, 87 por problemas cardiovasculares y otras 125 por cáncer. Y aunque en el caso de los tumores se observó una relación residual con el hábito de ver la televisión, la relación era mucho más clara para los trastornos coronarios.
Frente a los individuos del primer grupo, los investigadores calculan que quienes veían la 'tele' más de cuatro horas al día tienen un 46% mayor riesgo de muerte (por cualquier causa) y hasta un 80% si sólo se tienen en cuenta los fallecimientos por causas cardiovasculares. Hay que tener en cuenta que la media diaria de televisión en países como Australia o Reino Unido es de tres horas; frente a las ocho que se pasan ante la pantalla los estadounidenses o las 3,7 de los españoles.
Por cada hora diaria de televisión, los investigadores calculan que existe un 11% más de riesgo de mortalidad por cualquier causa, y hasta un 18% en el caso de patologías cardiovasculares. Así como un 9% más de mortalidad por cáncer. El peligro se mantuvo incluso después de tener en cuenta otros factores como el colesterol, la tensión, el tabaco, el perímetro de la cintura o una dieta rica en grasas.
"Incluso para alguien con un peso normal, estar sentado varias horas al día tiene una mala influencia en sus niveles de glucosa y de grasas en el organismo", advierte Dunstan para concluir. "Moverse más y más a menudo", puede ser un buen lema para empezar el año, apuntan.
EL MUNDO, Martes 12 de enero de 2010