martes, 5 de julio de 2011

Comida de grillo

Pedro Trapiello

Si haces caso a Popeye y le endilgas a tu criatura espinacas, resulta que la estás metalizando . No procede. Las acelgas tampoco. Advierte la autoridad sanitaria que no se les dé estas verduras a rorrós y guajinos porque suelen contener metales peligrosos, ponzoña añadida en fertilizantes o contaminación ambiental.
El mito de las espinacas acaba de fallecer. De repente. Los adultos se hacen cruces. Los niños dicen ¡yupi! ¿Cabrá querellarse contra Popeye por agobiar a los niños en sus dibujos para que hagan caso a mamá y engullan ese forraje en purés o croquetas? ¿Eran esas espinacas con metales la razón de que sus mamporros fueran mazazos metálicos?
Lo mismo ha ocurrido con el mito del atún rojo o el pez espada. El ministerio dice ahora que no lo coman embarazadas y niños por parecidas razones metaloides. Coñó. Y de chupar la cabeza de las gambas, tararí. El atún tiene algo envenenado (además del precio), aunque un tripalari de sushi japonés asegura que eso es falso, que buscan meter miedo para reducir el consumo porque la especie está abrasada y se le dispara el precio.
Así las cosas, después de ver vacas locas y pollos con estrógenos, perdimos la fe en la granja y en las praderas. Ahora perderemos la fe en la huerta y el labrador, la última fe, una fe fusilada cada amanecer en las plazas de abastos y mercados de origen. ¿Y sigues pensando que aún nos queda la fe en el mar?
Antes, él único metal que venía en productos naturales era el hierro de las lentejas. Insistían mucho las abuelas en que comiéramos dos cacetas colmadas. Objeté yo que si comíamos muchas acabaríamos meando alambre y me gané un cachete por chistoso (pero sigo pensando lo del alambre).
Se pregunta Sócrates ¿y qué más da evitar comer esos metales que puedan ir en las espinacas o el atún, si los pillas todos de golpe en una sola bocanada en cualquier plaza con tráfico?
En fin, Popeye, si esto vale para que se vaya relajando tanta pasión por las ensaladas piruleras con frutos, berzas y nabos, tan de moda y forrajeras, ¡bienvenida sea la alarma y hasta los brotes de soja propinados con bacteria criminal!, pues ya quedó dicho hace siglos: De lo que come el grillo, poquillo .



DIARIO DE LEON, Lunes 4 de julio de 2011

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